Capítulo 31 ''Necesito tu ayuda''

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Narra Sam

Me sentía totalmente confundida, destruida por dentro, la cabeza iba a estallarme en cualquier momento. Quería salir corriendo, quería acercarme a James y suplicarle de rodillas que me perdonase, decirle que había sido la peor amiga del mundo y si él no estaba dispuesto a aceptar mis disculpas, me arrastraría por el suelo como un gusano asqueroso. Quería tener la fuerza suficiente como para golpearme contra un muro, mas no podía, me sentía débil. 

Estaba cabreada con el mundo, cabreada con cada persona que se encontrara a doscientos treinta y siete mil quilómetros a mi alrededor, pero sobretodo, estaba cabreada conmigo misma. Cabreada por lo imbécil que había sido.

Sabía que lo que había hecho no tenía arreglo, es decir, ¿Que clase de persona ignoraba los sentimientos de su mejor amigo hacia ella, se acostaba con él después de que le confesara su amor eterno y para rematar escapaba al día siguiente dejando tan solo una nota como explicación en la que ni si quiera había una misera explicación? ¿Que clase de persona era? ¿En que me había convertido? 

La impotencia recorría cada poro de mi piel, cada gota de sangre que irradiaban mis venas. Me sentía impotente, por un lado, quería salir corriendo mientras gritaba y lloraba desconsoladamente hacia James, quería recuperarlo, quería tener de nuevo a mi Jamie, con el que siempre había compartido todo. Mi corazón decía que eso era lo que tenía que hacer, estaba dispuesta a intentarlo todo con él, con tal de tenerlo conmigo.

Pero por otra parte, mi mente me ordenaba que no. Me había esforzado mucho, años atrás, en ocultar mis sentimientos hacia James hasta el punto de destruirlos y pisotearlos completamente con el fin de hacerlos inexistentes.

Mantener una relación con alguien puede ser precioso mientras dure, puede hacerte la persona más feliz del mundo, pero, ¿Quien me garantizaba que iba a ser para siempre? Cuando una relación se acaba, todo lo que venía con ella se acaba destruyendo consigo. La amistad se iría a la mierda, todo cambiaría y nada volvería a ser como antes era.

Estaba totalmente confundida, no podía ordenar mis sentimientos, no me sentía con fuerzas. Y aunque quería decidir que hacer y quería saber que sentía por James, no podía. Estaba hecha un lío, un lío con trescientos nudos y veinte coletas.

Puede que mi corazón deseara correr hacia él e intentarlo, descubrir todo lo que yo sentía, pero a pesar de todo, aún seguía teniendo cordura, y mantener una relación con James que no sabía hasta donde llegaría, podía poner en peligro nuestra amistad, podía hacer que dieciocho años llenos de momentos se fueran completamente a la mierda. Mi mente no quería perderlo, yo no quería perderlo, y no estaba dispuesta a hacerlo.

Lo que más deseaba en este momento era tener a Jack conmigo, él sabría exactamente que decirme, aunque probablemente antes le cortaría la cabeza a James por haberse acostado conmigo, aún teniendo en cuenta que quien había hecho mal las cosas y había herido a otra persona, era yo.

Cogí mi teléfono sin abrir los mensajes, sabía que alguno sería de James, o quizás no, pero no quería averiguarlo.

Ya que mi estúpido cerebro no estaba dispuesto a ayudarme en estos casos extremos, decidí buscar ayuda por mi cuenta.

 —¿Sí? —habló con voz ronca al otro lado del aparato.

Nerea, necesito tu ayuda —susurré.

Sam, eres tú —dijo sorprendida y enseguida escuché una cama crujir, seguramente la había despertado —Ayer desapareciste de la fiesta ¿Ha pasado algo?

No —dije en un hilo de voz —Bueno, en realidad si ha pasado algo, pero no puedo contártelo por aquí.

¿Estas bien? 

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