SECUESTRADA

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Había vuelto, sus pisadas eran inconfundibles. Renqueantes y desacompasadas, como si arrastrase una pierna. Puede que tuviese una minusvalía congénita, algo que no habría hecho más que tacharlo como un tipo raro frente a la sociedad. Le sonrió y ella reprimió una arcada. De nuevo llevaba ese maldito mechero azul entre los dedos. Siempre lo traía consigo, emitiendo un chasquido metálico de manera intermitente que la ponía de los nervios. Era un tipo repulsivo, y solo escuchar ese sonido, su corazón se paraba y el estómago le daba un vuelco. No podía soportar su presencia, el fétido olor de su aliento diciéndole cosas horribles al oído. Pero debía aguantar si quería seguir viva. Hasta la fecha, no había encontrado modo posible para salir de aquella habitación. No había escapatoria. A menos que consiguiera convencerlo de que aquella situación no la desagradaba tanto como podía parecer en un principio. Era una idea descabellada, pero no era la primera vez que trataba con ese comportamiento perturbado; durante su entrenamiento en la academia había visto historiales parecidos. Tenía que camelárselo. Por eso se había puesto ese vestido azul que él le había entregado la noche anterior, de un tono tan intenso como el mechero que ahora había dejado sobre la mesilla. Era un fetichista, por eso la vestía de esa manera.

—¿Sabes? Me muero por un cigarrillo —murmuró la agente O'donnell tentadora, después de esbozar una sonrisa. Le costaba el alma interpretar ese papel, pero era su única salida.

—Tú no fumas —le dijo él con severidad. Había estado tan seguro de aquella afirmación que a ella le dio por pensar, seguramente la estuvo espiando antes del secuestro.

El ejercicio de autocontrol era más difícil de lo que suponía. No solo intentaba entablar una conversación con alguien que no deseaba, o más bien pretendía matar, sino que también debía ser certera a la hora de captar su interés.

—Puede que ahora sea un buen momento, ¿qué me dices? —Volvió a sonreír. Y él terminó por responder de la misma manera; eso era una buena señal. Si conseguía que le desatase las manos, podría empujarlo en un descuido. Podría incluso bloquearlo con alguna llave de defensa personal, alcanzando al fin su ansiada libertad.

—¡Te crees que soy tonto! No voy a caer en la trampa —respondió con un bufido. Eso le hizo caer de un solo golpe todas sus esperanzas—. Eres lista, muy lista. Intentas despistarme, juegas sucio y eso no me gusta nada. A mamá tampoco le gustan las mujeres como tú, por eso estás aquí. Debes ser castigada.

Aquel tipo asqueroso se disponía a salir de la habitación, dejando atrás su única posibilidad de escapar de allí con vida.

—¡Espera! No me dejes sola, me gustaría hablar contigo —exclamó O'donnell con desesperación, en una tentativa suicida de salvar el poco avance que había conseguido en aquella extraña relación con su captor.

— Tú y yo no tenemos nada de que hablar —dijo cerrando de un portazo. Mirándola con odio, porque estaba convencido de que había intentado engañarlo, y por un segundo casi lo consigue.

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⏰ Last updated: Mar 19, 2020 ⏰

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