Por el rabillo del ojo veo que su hombro impacta una y otra vez contra el lateral de una taquilla, empujando con todo su cuerpo para desestabilizar los débiles anclajes a la pared. Lo siento por él, ya que debe estar destrozándose con cada choque, resoplando por el esfuerzo, el dolor y la adrenalina que funciona como un potente combustible en sus venas.

Entonces, contemplo como la hilera de taquillas se balacean peligrosamente y el efecto dominó se apodera de ellas cuando, en un último empellón que también hace que me tambalee —no por golpearme, sino por el desagradable crujir de sus huesos— éstas ceden ya que caen en cadena una sobre otra hasta alcanzar la puerta.

¡¿Cuánta fuerza tiene este tipo?!

El último de los casilleros no ha caído del todo al suelo, sino que ha quedado atravesado en la jamba de la puerta. Impidiendo así el paso de entrada a la vez que nuestra salida, pero permitiéndonos ganar algo más de tiempo para que alguien...

¡SOY IDIOTA!

Comienzo a palmear mi pecho repetidas veces, justo donde se encuentra ubicado el micrófono con el que me comunico con mi superior para así poder avisarle de que estoy más allá del código rojo, del sácame de aquí, del salva mi patético trasero de la locura que acabo de acometer. Dicho aparato comunicador lo había olvidado por completo al igual que el auricular en...

Al palpar mi oído soy consciente del por qué ya no oigo la voz recriminatoria de mi enlace y cómo es que él me he dado rienda suelta a mis acciones, tomando mis propias —y pésimas— decisiones. Al principio creí que había sido a causa de la sordera temporal de la bofetada que Muscular me propinó... pero es que ya no encuentro el minúsculo pinganillo después de hurgar con el dedo durante unos segundos en mi canal auditivo.

Lo he perdido o roto, mierda.

La adrenalina, el pavor, los imprevistos ocurridos... Todo ello ha provocado que una única y estúpida frase se apodere de mi mente en cuanto me percato que estoy muy, pero que muy, jodida.

En ese momento Cell sintió el verdadero terror.

—¡¿Qué diablos haces?! —Zero me reclama y seguro está pensando que soy una loca asmática de tanto golpear mis tetas—. ¡¿Te está dando un jodido ataque?! ¡¿Ahora?!

Decido ignorar a Zero porque darle explicaciones ahora es perder el tiempo.

—Termostato, ¿estás ahí? —sé que me veo ridícula hablándole a mis pechos, pero quiero tener las manos libres para sujetar la pistola y no el maldito micrófono que no he conseguido encontrar entre las costuras de mi ropa—. La he jodido y estoy con un civil sin poder salir. He descubierto mi tapadera. Repito. La infiltración ha fracasado. Estoy-

—¡Oi! —el zarandeo del rubio ceniza me desequilibra y caigo al suelo sobre mi trasero porque estaba más concentrada en hablar con claridad y en disparar a través de las aberturas de las taquillas que en él—. ¿Con quién estás hablando? ¿Tú...?

—¡Déjame hacer mi trabajo, Zero! —le interrumpo con sequedad, incorporándome para retomar mi posición—. ¡Soy policía, así que cierra la boca!

Su expresión facial me resulta cómica, pero no me río. Sus ojos están abiertos como platos y casi se salen de sus órbitas, aun así, se las ingenia para mantener el ceño fruncido y no querer verse tan impactado.

Termostato, he perdido mi auricular y no puedo recibir órdenes —prosigo, explicando mi penosa situación—. Estoy encerrada en los vestuarios del ala noroeste, pero confirmo que el objetivo de la misión está en la zona de bebidas del ala sudeste. El civil y yo no podemos salir. Repito. No tenemos vía de huida.

TAINTED I: Corruption (+18) [BNHA A.U. Adulto] [Finalizada]Where stories live. Discover now