- Dylan, tu sabes que no soy normal. - le dije.

Lo vi fruncir el seño y concentrarse. Sentí como algo se elevaba detrás de mi, y lo supe.

Quería su venganza.

La esfera que levitaba tan concentrado no era muy grande, pero si no lo detenía, me mojaría por completo.

Lo mire levantando una ceja, y a continuación hice que las ramas soltaran sus pies.

Callo de espaldas al piso, pero siguió concentrado en la esfera.

- Mira y aprende - le dije.

Me concentre en aquella esfera de agua. Liquida, salada.

Me relaje, afloje mis brazos y cerré los ojos.

Me sentí... aguada.

Hice que la esfera de Dylan se dividiera en miles de esferitas, y las lance al aire.

Pronto, comenzó a lloviznar sobre nosotros, y el chico que yacía en el suelo comenzó a quejarse.

- Es que es mi elemento, no te entrometas. - dijo molesto.

Y tenia razón, porque como indica su nombre, Dylan es un Impuro salido de las aguas, literalmente.

Lo encontré ahogado en el rió hace unos días, pero sin saber porque, la magia lo eligió y desde ese día puede controlar toda clase de líquidos.

El segundo Impuro que no despreciaba, y el único.

Desde entonces, lo he adoptado, aunque solo lo veo cada dos días.

- Soy mejor que tu, aceptalo. - le dije dulcemente y lo ayude a levantarse.

- ¿Tienes noticias? - pregunto adoptando ese perfil duro y maduro que había adquirido desde que se entero que todos los impuros del mundo me buscaban para usarme como arma de batalla.

Cuando se entero que así era, comenzó a realizar una búsqueda, y destruyo toda clase de indicio que dirigiera a alguien hasta aquí.

- No, no me ha dicho nada, pero debe irse, yo me manejare sola. - le dije haciendo referencia a mi madre.

No me apetecía mucho hablar de ella, en verdad. Dylan estaba aquí por otra cosa, y teníamos que ir a lo nuestro. - ¿Practicamos? - Pregunte.

El asintio y se fue a lavar la tierra de las manos y cara.

De nuevo, hice uso de mi magia y cree dos especies de espadas, sacadas de la piedra que tenia incrustaciones de metales, que habíamos colocado aquí con Dylan hace un año.

Con el metal ya aqui, me fue mas facil darle forma y crear dos espadas, o algo parecido, ya que mi conocimiento sobre las armas no era abundante.

Se la lance y comenzamos a danzar por todo el claro, lanzando, recibiendo y esquivando estocadas que para cualquier humano serian mortales.

- La cabaña estará vacía para el martes. - dijo entre choque y choque de espadas. Su respiración estaba tan agitada como la mía.

- Entonces, dentro de tres días, estaré ahí. - dije con dificultad.

- Me ire mañana, iremos a la ciudad. - dijo emocionado y lanzo una estocada a mi flaco derecho, que esquive por los pelos.

- Que no te vean. - le rogué. La idea de que encontraran a Dylan y lo mataran algunos oscuros me horrorizaba. Golpee su espada con fuerza, pero no alcanzo para lanzarla fuera de su alcance.

- Ni modo. - dijo el girando sobre si mismo y golpeando mis pies.

Perdí el equilibrio, y por acto reflejo me lanzé una ráfaga de aire, la cual me devolvió a la posición inicial.

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