—Entonces, ahora eres un perdedor —murmuro, con diversión.

—Cállate ¿quieres?, A veces me da la impresión de que cuando estás callada eres más correcta cuando estás más callada.

Dejo escapar una carcajada sarcástica.

—A mí me da la impresión que eres un bastardo asqueroso.

Me atrae hacia él, dejándome a horcajadas sobre su regazo.

—Te odio tanto, hijo de puta —expreso.

—Yo también te odio, eso no es nada nuevo.

Me derrumba contra el colchón, pero le doy un leve empujón y me levanto de la cama.
Avanzo hacia mi maleta y me coloco encima un enorme blazer rojo junto con un par de tacones.

—¿A dónde mierda vas?

—Me apetece salir a recorrer la ciudad. No siempre asistes a Paris como si nada. Y lamento decirle que se ve obligado a tener que acompañar a esta... ¿Qué palabras utilizaste exactamente? Oh claro. Lo que decía es que te ves obligado a acompañar a esta insolente que se ve más "correcta" cuando tiene la boca cerrada a deambular por las calles de Paris.

—Te sentiste muy ofendida, ¿no es así?

—¿Tú te sentiste muy urgido por venir a Paris y darme una victoria asegurada?

—Créeme que disfrutaste la victoria —dice mientras se abotona la camisa y se arregla los pantalones.

—Entonces, ¿admites que eres un puto perdedor?

—Nunca seré ningún perdedor. Te guste o no, soy el mejor y por algo estoy donde estoy.

—Etapa de negación —me burlo.

—Eres tan patética.

—Eres tan idiota —le digo mientras cojo mi billetera y la guardo dentro del bolsillo del blazer.

Abandonamos la habitación del hotel y tomamos el ascensor que nos traslada hacia el exterior. La ciudad está bastante fría, lo cual hace que apriete los labios.

Empezamos a caminar en dirección a algún lugar en concreto que aún no tengo ni idea.

—Cuéntame algo —le pido.

—¿Qué?

—Es aburrido caminar en puro silencio —hago una pausa—. ¿No te agrada Paris?

—Muy romántico para mi gusto. 

—Que pésimo gusto tienes, aunque viniendo de ti, no me sorprende.

Continuamos caminando.

—¿Qué hay de tus hermanos? Solo he conocido a Daniel y Laura.

—¿Sientes interés en conocer a Joseph?

—Tal vez —admito.

—Será una decepción para ti, él es igual que yo.

—No creo que exista otra persona más amargada que tú en este mundo.

Caricias ProhibidasWhere stories live. Discover now