II

233 26 10
                                    









Ya podía considerar a aquella situación un tópico.

Su padre gritándole, su madre llorando en una esquina mientras abrazaba a su hermano pequeño, Itachi apenas podía reparar en el dolor de su mejilla maltratada por las bofetadas recibidas en tanto trataba de ignorar reclamos vacíos.

—¡Eres una completa vergüenza!

El menor de los insultos que solía recibir era ese, los ojos furibundos de su padre ya eran tan recurrentes desde que logró decirle que era gay, a veces solo lo ignoraba, como si en verdad no estuviese presente, en otras ocasiones buscaba hasta el menor detalle para castigarlo negándole hasta la incipiente comida que su madre dejaba caer en su plato.

Itachi trataba de ignorar tanto como su joven mente se lo permitía, hallando consuelo en los brazos de su pequeño hermano, esperanza en sus inocentes ojos y su cariño sincero. Porque desde hace unos meses solo deseaba huir de allí, abandonar esa casa y encontrar un lugar pacífico donde vivir.

Solían hablar a sus espaldas en el instituto, riendo de bromas que desconocía y empujándolo "accidentalmente" cuando menos lo esperaba, dejando muy atrás el aire de respeto que solía imponer antes de que todos se enteraran.

Ahora era simplemente una anomalía en su entorno.

Un desastroso fallo que todos deseaban borrar.

Esa noche acomodó sus almohadas con cuidado antes de dormir, sobando escasamente su mejilla enrojecida, sobresaltándose al instante en que su puerta fue abierta.

—Soy yo —la vocecita de su hermano menor lo relajó al instante, sosteniendo en manos un platillo con un emparedado fue a sentarse a su lado ofreciéndole de inmediato la comida—, le dije a mamá que aún tenía hambre.

—Gracias —aceptó sonriéndole un poco, seguro de que Sasuke también sabía que su madre era consciente de que le daría aquel diminuto bocadillo, quizá la única manera de evitar sentirse como un completo monstruo al ignorar su sufrimiento.

—Padre ya está durmiendo así que no debería haber problema en que me quede aquí.

Itachi esta vez le sonrió más amplio, aprovechando para golpear su frente con sus dedos índice y medio—. Quizá la próxima vez, Sasuke.

—Siempre dices eso.

Y aunque era cierto soltó una diminuta risa al ver el puchero de su hermano, Sasuke era un niño encantador, no merecía seguir viviendo en medio de gritos e insultos. Porque aunque quisiese negarlo, Fugaku no era un mal proveedor, siempre al tanto de sus necesidades y exigiendo disciplina, sin embargo por completo intolerante a cualquier aspecto que pudiese poner en riesgo el aspecto de familia perfecta que hasta hace poco los Uchiha tenían.

—Itachi... ¿No puedes hacer que te gusten las chicas?

Abrió más los ojos al escucharlo, contemplando curioso la repentina pregunta de Sasuke, sus mejillas algo enrojecidas por su descabella solución.

—La mayor parte del tiempo son insoportables pero...

No, no podía forzar algo así, tampoco es que lo deseara, convertir su vida en algo aún más miserable para encajar nuevamente en el molde de perfección en el que su padre lo colocó desde que nació, donde era fácil elogiarlo y decir que estaba orgulloso de sus logros. Aunque fuese sólo una mentira.

Era difícil despertar cada mañana, sentirse tan patético y estúpido cada instante, no obstante no retrocedería, ya no podía hacerlo.

—No es así de sencillo.

I loveWhere stories live. Discover now