「✦」Puedes mirar, ángel. ANGST.

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Aquella última frase acabó con una risa final, que para nada, reflejaba lo que estaba sintiendo por dentro. El poder saber que estaba ahí junto a él, pero no poder ver su rostro, ni el hermoso paisaje verde, que por desgracia, se adornaba con las esculturas de piedra de su maldición.

Crowley alzó una ceja ante sus palabras, pero cedió, recostándose dócilmente sobre la clara hierba, a uno de los lados de Aziraphale. Algunas de las serpientes en su cabello sesearon, al sentir la agradable luz del sol acogerlas, que se colaba entre las hojas de aquel árbol que hacía sombra a ambos.

-Al menos hoy ¿eh? —La criatura retiró aquellas gafas de sol, aprovechando que podía contemplar el cielo sin miedo, pues no enfrentaba el rostro del Ángel; y suspiró, ante el agradable calor en su cuerpo. Dejó a la vista aquellos orbes amarillos de afiladas pupilas, enmarcados por pestañas rojizas, que bajó pausadamente hasta cerrar sus ojos por completo. — Tampoco tengo mucha más compañía entre estos muros. Los ángeles que vienen a mi encuentro no suelen tener intenciones muy amistosas.

-Siempre hay una primera vez... Aunque sea unos minutos, es agradable tener a alguien con quien compartir momentos así, e incluso charlar.

Aziraphale inspiró con calma y relajó su cuerpo al espirar. Podía notar que Crowley también estaba tranquilo ahí a su vera. Y sin embargo, si abría los ojos o si los mantenía cerrados, simplemente podía ver oscuridad, en un día cálido y agradable como el que Dios les estaba dejando disfrutar en aquel instante. Se llevó una de sus manos al mentón, arrascandolo levemente, antes de cruzar los dedos de sus manos sobre su pecho.

-No quiero hacerte daño, Crowley... Oponerme a las decisiones de mis superiores, habrase visto... —susurró. Aquello más bien era un pensamiento que casi sin darse cuenta, había dicho de aquella manera, esperando sentir que el peso que llevaba ahora sobre sí mismo, se aligerase un poco.

-No creo que un ángel esté hecho para intentar matar a alguien a sangre fría. —La gorgona murmuró sus palabras, alzando las pestañas hacia la mitad en un semblante algo serio, mientras recorría el paisaje y aquellos muros lejanos de blanco y rígido mármol. —El problema está en que crean que soy un monstruo y que por ello no tengo derecho a la redención.

Una sonrisa triste tomó los labios de Crowley, que se colocó aquellas gafas de nuevo para incorporar un poco su torso. Recogió sus propias rodillas y las rodeó con sus brazos, apoyando la mejilla en estos, de manera que pudiese mirar a Aziraphale, pues estaba inmediatamente a su lado.

-Es algo molesto pero no puedo decir que no tengan razón. —Aquella curva de sus labios se hundió y su mirada se desvío a aquellas estatuas que decoraban los rincones salpicados del jardín. —Pero yo no elegí esto.

-Lamento haberte llamado monstruo la primera vez que nos conocimos...—su ceño se contrajo al recordar cuando se encontraron la primera vez, y lo maleducado que había sido en realidad. Ahora, ni siquiera era capaz de pensar en él de aquella manera.

Crowley vivía con aquella maldición de manera injusta. Incluso era retorcido pensar en como funcionaba, y que sus ojos fueran los causantes. Giró el rostro, en dirección hacia Crowley y sonrío levemente, intentando infundir algo de ánimo en su ser.

-No tendrás que pasar por eso de nuevo... Y mientras yo esté aquí, no mandarán a ningún otro ángel a por ti. Podrías vivir en paz finalmente, Crowley.—le aseguró el ángel.

La gorgona se apresuró en negar ante su disculpa,con suavidad, dando a entender que no había nada por lo que disculparse; ignorante a la ceguera de Aziraphale.

-Pero, ¿qué pasará contigo? ¿Puedes estar aquí para siempre? — El de serpientes cobrizas por cabello parpadeó en duda y ladeó el rostro con curiosidad, sintiendo sus mejillas algo cálidas ante aquellas palabras amables que no acostumbraba a recibir de nadie. —Dudo que sean tan flexibles ahí arriba.

ღ Ineffable husbands - ONESHOTS ღWhere stories live. Discover now