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Todos aquellos que vivían su primera etapa de madurez esperaban pacientemente a que el consejo de su pueblo les diera lo que tanto habían esperado desde algunos años atrás: su diario de estrellas. Como marcaba la tradición, aquellos que llegaban a la adolescencia, y cuando el sol estuviera con ellos por un día completo, se reunirían con los ancianos de Lemaire para que, estos, guiados por sus estrellas, les dieran su diario y pudieran empezar a tomar aquellas clases para descifrar los mensajes que cada día las estrellas les dirían.

―Que pase la niña de nombre Danica, hija de Priit y Meelis― anunciaron desde dentro de la casa, Danica estaba tan nerviosa que sus piernas temblaron al momento que se levantó de su asiento, volteo a su familia y cada uno de sus hermanos le dio una sonrisa de ánimo. Por fin iba a cumplir lo que había deseado desde que tenía memoria.

Danica paso por los pasillos de diferentes colores, colores que formaban a una galaxia, en estos pasillos se podían observar las diferentes estrellas que habían sido pintadas por todas las generaciones que han empezado su vida como integrantes de la sociedad; en algunos años, ella también pintaría el mensaje de las estrellas junto al mensaje que sus hermanos habían pintado.

―Mi nombre es Danica― se sentó en medio de la sala, justamente donde había un espacio en el techo para permitir que los ancianos observaran las estrellas, a pesar de que la luz del sol estuviera presente.

―Bienvenida como lectora de estrellas, Danica― hablo con tranquilidad uno de los ancianos ―Bienvenida oficialmente a Lemaire.

―Las estrellas me han dicho que no pudiste leer sus mensajes hasta que empezaste tus clases con la heredera del conocimiento― hablo otra anciana, Danica solo pudo erguirse más en su asiento.

―No puedo mentirles a ustedes si los mensajes de las estrellas siempre dicen la verdad― les dijo apenada, sabiendo que las estrellas les dijeron un secreto muy íntimo ―No pude leer las estrellas hasta que hubieran pasado unas clases, antes solo podía observar las estrellas sin que estas hicieran un ligero movimiento, esta imagen estuvo conmigo hasta que recibí su primer mensaje.

―Vivir viendo lo que cualquier humano de este planeta ve al mirar al cielo, no es algo que debes ocultar― le hablo otra anciana, haciendo que Danica se encogiera en su lugar, sin apartar la vista de sus zapatos desgastados ―No habrá castigo por guardar un secreto que las estrellas han decidido mantener olvidado.

De nuevo hubo un silencio, Danica no podía estar más nerviosa después de que aquella anciana alzara la voz diciendo que no tendría un castigo.

― ¿Por qué tardan tanto con Danica? ― preguntó Hillar a su padre, la mayoría de las personas empezaban a murmurar sobre el tiempo que tardaba en adquirir un diario su pequeña hermana.

―Porque las estrellas nunca mienten, Hillar― le respondió suspirando, limpiando el sudor de sus manos con sus pantalones ―Su hermana no recibió algún mensaje de alguna estrella hasta que empezaron sus clases de nuestra historia.

― ¿Cómo es eso posible? ― pregunto Nigul, sorprendido que no supiera aquello sobre su única hermana ―Debió avisarnos sobre esto, evitaríamos algunas bromas que le hicimos cuando era más joven.

―Yo la obligué a que guardara silencio ―le contesto su padre ―Jamás en nuestra historia se había escuchado que alguien de nosotros no pudiera observar los mensajes desde temprana edad, no quería que fuera marginada por esto.

Las puertas de la casa se abrieron y todos los presentes la recibieron con aplausos, aunque Danica recibiera los abrazos de sus amigas, se notaba que fingía una sonrisa, lista para irse con su familia y sentirse segura. Los seis hombres la recibieron con grandes abrazos y se turnaban para cargarla en manera de felicitación por formar parte de su pueblo como alguien más que podría escribir e interpretar los mensajes de sus estrellas.

"Cada diario es diferente, por lo que los ancianos lo preparan en ese preciso momento".

Le habían dicho sus hermanos antes de que llegara este festival, pero en esos momentos, el diario que tenía guardado no se sentía tan especial como cuando escucho por primera vez aquel comentario; ahora ella estaba igual de perdida que los ancianos.

― ¿No nos vas a mostrar tu diario? ― le pregunto su madre, al notar que la más pequeña estaba decaída, en vez de estar orgullosa ―Debe ser muy especial por el tiempo que te has tardado en salir.

―Mi diario no es tan especial― empezó a relatar cuando entendió que cada integrante de su familia estaba tan nerviosa como lo estaba ella ―Al parecer, las estrellas tienen pensado un destino muy diferente al de cualquiera que habite en esta aldea, incluso aquellas estrellas no supieron si este era mi diario o el de alguien más― suspiro mientras sacaba el pequeño cuaderno rojo de su nuevo bolso.

― ¿Te refieres que tú puedes ver las estrellas de alguien más y no lo que ellas quieren para ti? ― pregunto sorprendido Jakob.

―No sé cómo sucedió todo esto― empezó a llorar la más pequeña, deteniéndose en el jardín de su hogar ―Los ancianos me dieron este diario porque sus estrellas se lo pidieron, uno rojo y pequeño, pero grueso ― las lágrimas salían de sus ojos sin que ella pudiera evitarlo ―No podré asistir a las clases hasta que sepamos si los mensajes que recibo se pueden interpretar como cualquier otro mensaje ― se sorbió la nariz para continuar con su monólogo ―Esto significa que pronto todo habitante sabrá que he sido diferente desde que tengo memoria.

―Tranquila Danica― empezó el abrazo su hermano mayor y rápidamente los demás hermanos la envolvieron en un gran abrazo.

―Si tú tienes las estrellas de alguien más, será porque tú podrás ayudarla― empezó hablar el segundo mayor, Edvin.

―Edvin tiene razón―continuo Koit ―Para que tú puedas transmitirle lo que estas quieren, para que esa persona vea a lo que está destinado.

― ¿Ustedes creen eso? ― se quitó Danica las lágrimas, posando su vista en cada uno de los hombres a su alrededor ― ¿Creen que por eso las estrellas rechazaron mi destino para que pueda ayudar a otra persona?

―Las estrellas no te rechazaron, hermanita― Andrus se agachó un poco para estar a su estatura ―Las estrellas unieron tu destino con el de esa persona.

Danica sonrió tan grande que corrió hacia su hermano mayor, quien la recibió con los brazos abiertos, después de abrazo a cada uno de sus hermanos por orden: Andrus, Edvin, Jakob, Nigul, Hillar y Koit.

―Esta noche, haré un delicioso caldo de verduras― dijo segura y se metió en la casa, ahora no se sentía tan mal de ser tan diferente a todos los que vivían en su pueblo.

The Wrong Sky ⋆ Tony StarkWhere stories live. Discover now