Un día

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La nieve decembrina se acumulaba bajo sus cálidas botas. La pequeña esperaba entusiasta su turno, de pie en la larga fila presionando fuertemente a Will contra su pecho, su pequeño oso de peluche.

Esperaba con ansias la hora para conversar con papá Noel que estaba sentado en su trineo con seis renos delante suyo. Estaba convencida de lo que pediría para esa navidad.

El cielo comenzó a dejar caer pequeños copos de nieve. Su curiosidad de niña la hizo girar y contemplar como algunos de ellos se desmoronaban al aterrizar en las ramas de los arboles que habían perdido por completo sus hojas en ese otoño.

Alzó la vista, el panorama era hermoso, los arboles secos que rodeaban los canales de la bella ciudad de Amsterdam estaban cubiertos del color amarillento de la nieve. Sus pequeños ojos brillaban y miraba los múltiples copos boquiabierta, intentando encontrarles formas como los trazaban en sus caricaturas favoritas.

-Puedes avanzar. -le anunció un pequeño y menudo rubio de su misma estatura. Estaba tan entretenida observando que en pocos minutos perdió la noción y no se dio cuenta que la fila había caminado un par de metros.

-Disculpa. -dijo con su delgada voz ocultando su barbilla en Will. El pequeño le sonrió y ella se dio cuenta que le faltaba uno de sus dientes frontales, que ella aún no mudaba. -¿Me regalas tu hora?

-No. -respondió alegre, la niña abrió mucho los ojos. -Si me das un beso, si. -masculló frunciendo sus delgados labios y entrelazando sus diminutas manos a sus espaldas.

-¡Que asco! ¡No! -exclamó haciendo un gesto desagradable. Él solo río por lo bajo.

-¿Cómo te llamas?

-Amber. -respondió la pequeña. -¿Tú?

-Marco. -su rostro era divertido, de mirada tierna y sonrisa traviesa. -¡Oye, mira! -exlamó mirando tras ella y señalando por encima de su hombro. Amber se giró para ver lo que Marco miraba y sintió que Will le fue arrebatado de sus manos. Cayó en la pequeña trampa de ese niño y salió disparada corriendo detrás de él, abandonando por completo la fila. Se tambaleó un poco en el trayecto teniendo suerte de no resbalar debido a la nieve esparcida por todo el suelo.

-¿Que te sucede? ¡Vuelve! -bramaba la pequeña tras él. -¡Regresame mi oso!.. ¡Te voy a acusar! -le amenazó y a los pocos segundos sus pulmones se vaciaron y no pudo continuar su persecución debido la falta de oxigeno. Comenzó a respirar de manera agitada y se detuvo a mitad del puente que atravesaba el hermoso canal de agua. -Mi oso. -chilló y se llevó ambas manos al rostro, el llanto estaba a punto de brotar.

-No llores. -agudizó la voz, Marco que estaba frente a ella una vez mas con el peluche posado en su rostro fingiendo ser el oso quien hablaba. -Te quiero.

Amber separó sus manos de ella y alzó la mirada. El gesto la hizo reír aún con un par de gotas en el borde de sus ojos a punto de ser expulsadas. Levantó las manos para tomar a Will pero Marco lo llevó a su espalda.

-¡Devuélvemelo ya! -exigió exasperada.

-Esta bien. -con su mano pegó el peluche al pecho de Amber y mientras ella llevaba sus manos a él para tomarlo, el pequeño acercó su rostro y sus labios hicieron contacto con los de ella por medio segundo antes de salir corriendo una vez mas.

14 de Diciembre del 2004 (ocho años después)

-¿Estás listo Robb? ¿Que vas a pedir este año? -Amber se inclinó para quedar cara a cara con su pequeño hermano.

Llevaba un abrigo beige, skinny jeans, botas cafés hasta las rodillas, una bufanda rosa cubriendo su cuello a juego con su gorro y los guantes de sus manos.

Night Changes •Shot• Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora