𝓐𝓵𝓮𝓰𝓻í𝓪

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Taehyun no podía pasar desapercibido cuando estaba feliz.

Todos lo notaban, él se mordía las uñas, reía, sonreía.

Pero habían momentos donde simplemente tomaba una conducta pacífica, una en el que nadie podía descifrar qué pasaba por su mente.

Con la cabeza entre los brazos, recostado en el pupitre; Taehyun no parecía querer prestar atención a clases, y por muy milagroso que suene, el profesor Kim no lo regañó cuando cerró los ojos.

Lo miré.

Sus mechones castaños tapaban minuciosamente su rostro, su espalda parecía subir y bajar suave como la respiración que tenía en esos momentos, y sus labios estaban levemente abultados.

Entonces se removió, pero no quité mi vista de él.

Antes de que lo pensara, Kang abrió los ojos, chocando miradas.

Siempre fui etiquetado como una persona escandalosa, y Taehyun como una conservadora, pero con la confianza de tantos años de amistad, ya no era tan difícil mantenernos ambos mirando los ojos del contrario.

Yo podía jurar que el castaño estaba alegre, de buen humor. Como unas perlas negras, sus iris parecían brillar con felicidad.

Cualquiera diría que estoy loco, que con tan solo mirar los ojos del contrario no se podía deducir nada. Pero en este caso, no me equivoqué de diagnóstico.

— Deja de mirarme y presta atención a clases.

— Tú no lo estás haciendo —respondí en defensiva, haciendo que Taehyun rodara los ojos—. Además, tu rostro es más interesante que una fórmula matemática.

Kang alzó las cejas, sin captar mi débil coqueteo y apoyando ahora su mentón en la palma de su mano, con el codo sobre la dura madera.

— Estamos en clase de literatura, hyung.

Taehyun me regaló una pequeña sonrisa cuando abrí la boca sin creerlo. ¿Clase de literatura? ¿En qué momento el profesor Hong se había ido?

— Dios, estás más perdido que yo —murmuró burlón—. Y por cierto, recuerda que mi rostro no te ayudará a aprobar el examen de la próxima semana.

Quise sollozar, literatura era el curso que menos me gustaba en todo mi horario de estudiante.

— Tus labios sí me ayudarán.

— No te pasaré las claves ni susurrando, tampoco.

Formé un ridículo puchero, logrando robarle una sonrisita más al castaño, el cual  se volvía a recostar en el pupitre. Yo aún me comportaba como un mocoso de siete años, cuando en realidad tenía trece.

Taehyun me dio la oportunidad de ver sus ojos unos segundos más, antes de cerrarlos y volver a dormir, confiando en que lo levantaría cuando la clase acabara.

Hoy los ojos de Taehyun mostraron alegría.

No sé si fue porque ganó el campeonato de fútbol, o si fue porque le coqueteé durante todo el día.

𝓞𝓳𝓸𝓼 (BeomHyun/TaeGyu)Where stories live. Discover now