—No bajes —ordenó Dunn entrecerrando los ojos.

Levi, quien llevaba la mitad de la bajada, se detuvo en seco. Contemplaba hacia el sitio que Gary.
El gruñido de lo que fuese esa sombra estancó sus pasos de averiguación: no llevaba ni siquiera un arma consigo, lo que lo ponía en desventaja.

—Sube. Ahora —susurró viéndolo por sobre el hombro—. En silencio.

El hombre obedeció, siguiendo al pie de la letra lo ordenado por Dunn.

La sombra volvió a moverse, él retrocedía tratando de no producir ni un mísero sonido, tratando de no respirar, ni imaginar lo que se acercaba. Su espalda chocó contra las barras de metal de la escalerilla. Al mover el pie izquierdo; pisó e hizo crujir bajo su propio peso, un trozo de cristal. Levi dirigió la mirada hacia el muchacho, casi tocaba tierra exterior.

—Mierda —masculló Gary subiendo rápidamente—. ¡Sal de aquí!

La sombra se materializó al ir donde ambos; resultó ser un animal. Producto de la cruza de un lagarto gigante y un rinoceronte —sus cuernos dobles así lo indicaban—, espinas en la línea de su columna, ojos amarillos y mezcla de escamas con pelaje renegrido grisáceo; se hizo ver mejor ante los ojos de Gary. Corría a una velocidad increíble para tratarse de una criatura de unos ocho metros de largo por cinco o seis de alto, y de pesada contextura física. Lograron salir en el preciso momento que el animal rompía toda la superficie del hueco de un cabezazo seguido de un rugido rasposo y grave.
Landstrom y Gary corrían tanto como les permitían sus piernas, la criatura dio un increíble salto e hizo vibrar el suelo; ambos fugitivos cayeron, giraron a verlo. Fue a ellos mostrando los colmillos, tomaba carrera, dando patadas cual toro con su pata delantera. Gruñía.

El hombre trataba de reincorporarse al tiempo que retrocedía para alejarse del animal. Bramó furioso y se lanzó a atacarlo.

—¡¿Qué cosa eres tú?! —rugió el líder viéndolo abalanzarse sobre él.

Garrett se interpuso y lo sujetó por las patas delanteras, empujándolo hacia arriba con las piernas.

—¡Vete de aquí, Levi! —gritó levantándolo y dándole un empujón para que se alejara—. ¡Corre!

La bestia cayó entre los escombros, Gary observó con ojos bien abiertos cómo brotaban garras delgadas, puntiagudas y de apariencia muy, muy filosas. Vio también como su papada se hinchaba, llenándose de una cosa espesa amarillenta. La escupió, una pequeña gota cayó sobre su brazo derecho; la tela de la camiseta se consumía, llegando a la piel, tuvo que arrancar la manga. Las rocas afectadas por la mayor parte de la saliva, ya no existían. La bestia rugió y lo golpeó. La fuerza fue tal, que acabó a casi diez metros de distancia, derribando las sobras de un edificio sobre sí.

El rugido y los gritos de Levi puso en alerta a todo los Páramos, con Gray incluido.

—¿Amor? —murmuró Fiora intercambiando miradas con Dunn—. ¿Qué fue eso?

—Algo muy, muy malo —susurró—. ¡Tenemos compañía! ¡Intrusos! —clamó—. Justo cuando creí que este día no podía empeorar...

Gary apenas podía moverse por los trozos de cemento que traía encima. Los hacía a un lado cuando vio que el enorme lagarto iba a él. Tomó uno y se lo lanzó, directo entre los ojos. Detuvo la futura embestida, pero no que estallara en un enojo peor —porque los animales pueden tenerlo naturalmente, incluso en mayor cantidad que un humano— y le salieran más espinas en la espalda, también duplicó su anchura.
Era un posible primo lejano del extinto Triceratops.

Landstrom se sobresaltó al ver aquello en su propia evolución repentina. Aquel cambio le trajo los malos recuerdos de dichas criaturas mutantes; se mostró más preocupado y aterrado que cuando lo vio por primera vez.

NHEREOS: Nacer para Sobrevivir © [NHEREOS #1] [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora