Capítulo 25

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Hiringger buscaba mantener la calma cuanto podía. No pudo controlarse y tiró la bandeja en la que Yörg cargaba un vaso grande con agua y pastillas. Lanzó a un lado la silla, partió al medio la pantalla de vidrio.

—¡¿Qué tan difícil es atrapar a dos niños?! —bramó viendo a los demás. Tres Nhereos lo veían aterrados—. Quiero que me traigan a esos dos. ¡Sólo eso estoy pidiendo, inútiles! ¡Los quiero aquí o los mataré a todos!

—S-sí, se-señor. —Acataron retirándose.

—Son niños... niños —decía a la nada—. Son dos mocosos nada más...

—Debe encontrar la calma, señor —dijo el sirviente.

—¡No puedo encontrarla cuando dos de mis proyectos están ahí afuera, burlándose de mí! ¡En mi cara, Yörg! —estalló furioso—. ¡Amobia! —llamó golpeando la mesa. La imagen apareció en la pared—. ¡Busca a Alpha 238 y dile que active plan «Cuervo a nido»! ¡¡Que los traigan aquí para mañana!!

Señor, sus ritmos cardíacos están al borde del colapso —informó—. Necesita descansar.

Hiringger dio un puñetazo a la pantalla mayor, se quebró en mil pedazos. Los presentes gritaron asustados.

—¡Haz lo que te ordené! —rugió—. ¡Me importa un carajo si me muero! ¡Los quiero vivos y en este maldito momento! ¡¿Entendiste?!

Sí, señor. —Respondió y desapareció.

Yörg veía a su jefe con cierta pena y molestia por su actitud. La frustración de no poder capturar lo que le pertenecía empezaba a volverlo ligeramente inestable. Más de la cuenta.

Lo tomó por los hombros con cautela. John rompió a llorar, impotente, cubriéndose el rostro con las manos. Los contados presentes lo veían con extrañeza cuando buscaba hacerse un ovillo en el sillón. Su sirviente, tan bondadoso con el monstruo, prefirió no dejar que la autohumillación lo dominara y actuó de inmediato.

—Mamá... quiero a mi mamá —lloriqueaba cual niño. Yörg miró a los demás e hizo señas de que se retiraran. Obedecieron—. Mamá...

—Señor, venga conmigo —pidió levantándolo y guiándolo a su habitación, lo recostó vestido y cubrió con la sábana.

—Mi madre.... dile que venga, por favor, Yörg —sollozó viéndolo—. Dile que la necesito, por favor... dile que me perdone por convertirme en este monstruo... ve por ella.

—Descanse y le... prometo que ella estará aquí para cuando despierte, señor —consoló secándose las lágrimas.

—¿Qué hice mal, Yörg? —Cerró los ojos—. ¿Qué... hice para... para perderla?

El sirviente lo vio dormir unos momentos. Dejó escapar más lágrimas...
Muy a pesar de las atrocidades que John Hiringger cometía, Yörg podía ver a través de ellas el dolor de un pasado que trataba de superar demostrando al mundo que agonizaba lo que fue capaz de hacer. Mostrando sus capacidades científicas y fuerte convicción hacia lo que sus manos e inteligencia creaba.
Muchas fueron las veces que se preguntó qué habría pasado de ser aceptada la ayuda por Nerea Boyer de Hiringger.

¿Habría ocurrido tal desastre? ¿Habría nacido de todas maneras el monstruo tras el creador?

Preguntas que jamás podría responderse.
Nerea se negó a ser ayudada.
El desastre ocurrió, y el monstruo tras el creador dominaba entre ellos. John ya no era humano, sino un dejo de lo que alguna vez pudo ser y no fue.

Lo vio una última vez, secó las lágrimas y se retiró en un sumiso silencio.

He visto al niño detrás del Deshumano tantas veces —irrumpió Amobia—. Por un momento, Hiringger deja de ser el monstruo y se convierte en humano. El hombre tiene un comportamiento curioso con respecto a la madre. ¿No lo cree?

—Padeció la muerte de su madre —murmuró viendo la puerta deslizarse para el cierre—, y ella era el amor de su vida.

NHEREOS: Nacer para Sobrevivir © [NHEREOS #1] [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora