🌿Sette🌿

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[Hierbabuena]

La sensación le invadió tan repentinamente y con tanta brutalidad, como el impacto de un relámpago, que apenas pudo permanecer de pie.

El presentimiento de que debía seguir a Diego le hizo despedirse de HP para aproximarse a la salida. Los latidos de su corazón retumbaron en sus oídos por encima de la música, luego de haber encontrado a los dos muchachos discutiendo en el suelo y que Ojos Azules apareciera frente suyo en un contexto que su mente aún no terminaba de procesar.

—Hola...

Eso fue lo mejor que se le pudo ocurrir decir. Con brevedad Gyro se corrigió a sí mismo, repasando en la silla de ruedas tirada a un lado. Se acercó a ésta para levantarla en lo que continuaba disimulando su inédita emoción.

—¿Puedo ayudarte? — decidió preguntar con cautela, tras asumir que la silla le pertenecía al chico. —Lamento mucho que mi amigo sea un imbécil, ¿estás bien?

—Sí, bueno, todos lamentamos eso realmente.

Su acento era diferente al que estaba acostumbrado, como sacado de una película de John Wayne o Clint Eastwood, y su rostro lucía increíblemente inexpresivo mientras hablaba. Gyro acercó la silla sin estar seguro de ayudarle a subir.

—Sigo aquí, ¿sabes? — se quejó Brando una vez estuvo nuevamente de pie.

—Cállate la boca.

Para verse tan pequeño e inclusive un poco tierno, su carácter era demasiado férreo. La manera en la que miraba al inglés era casi como si pudiera darle un disparo con sus ojos. Subió a la silla solo impulsándose con los brazos, dándole a Gyro un leve asentimiento como "gracias" mudo.

Zeppeli necesitaba hacer algo pero no sabía exactamente qué era. Sus pensamientos viajaban desde excusas para preguntar por su nombre hasta el básico impulso de retenerle a su lado, la marca de sus piernas parecía estar encendida en llamas y nunca se había sentido tan patético, perdido en un mar de sensaciones inciertas, tratando de mantenerse a flote.

Ojos Azules tenía claras intenciones de irse, pero también de seguir discutiendo con Brando usando una amplia carta de insultos extraños. Fue entonces que el más alto repasó en sus guantes; como una bombilla encendiéndose en su cabeza, tuvo una idea por la que decidió arriesgarse. 

—Si tu cerebro fuera dinamita, no podrías ni votarle la nariz, ahora muévete del puto camino y- 

Probablemente aquello sería lo más impresionante que vería en su vida, apenas tocando una de sus manos enguantadas capturó su atención el resplandor resultante por dos razones:

1. El guante, literalmente, se quemó. La tela con patrón de estrellas se consumió en el repentino estallido de luz dejando visible la marca del otro.

2. La más grande felicidad invadió el corazón de Gyro. Un equilibrio perfecto entre la energía de un parque de diversiones y la tranquilidad absoluta de dormir un domingo. 

—Escucha, no creo- estoy seguro de que eres mi soulmate.

La frialdad de aquel rostro comenzó a derrumbarse, una inesperada angustia asomándose por las grietas. La tristeza era algo que el italiano no deseaba volver a ver ahí nunca más.

—¿Qué? Esto... — respiró profundo, bajando la mirada. —No, no, esto no puede...

Gyro presintió su intento de alejarse, por lo que se agachó y le tomó de las muñecas con cuidado.

—Estoy tan sorprendido como tú... pero primero que nada deberíamos presentarnos — rió, la alegría escapando de su interior en una sonrisa abierta. —Mi nombre es Gyro Zeppeli. Es un placer conocerte al final.

Hierbabuena y Nomeolvides 「GyJo」Where stories live. Discover now