🌿Cinque🌿

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[Hierbabuena]

Deslizó sus dedos por el largo cabello rubio que caía por sus hombros hasta su abdomen, como una cascada de seda dorada. Al principio, cuando dejó de cortarlo y alcanzó sus hombros, se dijo a si mismo que no gastaría en el más esfuerzo del necesario; una vil mentira, pues Gyro adoraba usar cuanto acondicionador y aceites vegetales encontrase. Agradecía que ninguno de sus hermanos estuviesen allí para reírse de ello.

A un par de metros Valkiria lo contemplaba en silencio acomodada sobre una camisa en la isla de la cocina, sus ojos brillantes contrastando con su pelaje oscuro y su cola dramáticamente quieta en el aire.

Hey, carina, stai guardando che sono troppo bello? (Hey, bonita, ¿estás viendo que soy demasiado hermoso?) — preguntó en un tono meloso que solía usar con su gata, con la esperanza de que esta se volviese más cariñosa con el.

Valkiria ronroneó cuando se acercó a acariciar detrás de sus orejas, más no se movió cuando la llamó para que saltara a sus brazos.

Va bene, va bene...

No era una persona particularmente desorganizada, pero sin importar cuánto tiempo invirtiera en arreglar el apartamento este siempre estaba con cosas fuera de lugar. Como la camisa que Valkiria se negaba a abandonar y se había convertido en su cama temporal.

Zeppeli tomó las llaves de su motocicleta, se puso una chaqueta café y dejó un beso ruidoso en una de las orejitas de su gata.

Fa' una brava ragazza, tornerò più tardi (Sé una niña buena, regreso más tarde) — se despidió antes de cerrar la puerta.

El ascensor del edificio era viejo, las compuertas chirreaban al abrirse y las paredes tenían un tapizado tan anticuado que seguramente ya no estaba en venta excepto en esas extrañas tiendas vintage. Una vez llegó al estacionamiento subió en su vehículo de un salto, prendiendo el motor con rapidez para abrirse camino en las calles de la ciudad.

Estuvo ahorrando durante mucho tiempo desde que se metió en la cabeza la idea de tener una motocicleta; esta significaba, en la mente del Gyro de dieciséis años, independencia. La independencia para irse de casa de sus padres, independencia para conocer el mundo, independencia para llegar a donde su espíritu nómada le guiara.

Era un poco triste que la monotonía aplacara ese fuego interno.

Pasó por el condominio donde vivía Brando. El rubio más joven, recostado en la pared del edificio beige, acababa de encender un cigarillo y al distinguir al de ojos verdes acercándose torció sus labios en clara señal de molestia.

—Eres una mierdecilla inoportuna — murmuró con resentimiento, apagando el cigarro contra el costado de su encendedor de metal.

—Y tu eres un imbécil sin memoria — rió Gyro, disfrutando la cara amarga del contrario. — ¿Cuantas veces te hemos dicho que encender uno mientras esperas es mala idea? Siempre...

—Siempre llegan en ese instante. Ugh, ¿podemos irnos ya?

La única respuesta del más alto fue acelerar, viendo por el retrovisor al muchacho inglés soltar una maldición mientras saltaba a su propia motocicleta para seguirlo.

[...]

Se detuvieron afuera de un Wendy's. Si bien sus hamburguesas no eran superiores a McDonald's o Burger King (o, francamente, cualquier cadena de comida rápida); este tenía el postre favorito tanto de Gyro como Diego, el exquisito Frosti sabor chocolate. Ambos rubios dedicaron unos minutos a degustar el dulce frío antes de continuar manejando.

—Espléndido, magnífico, ambrosía.

—Cállate, Brando — la voz del italiano carecía de verdadero veneno, al encontrarse el también disfrutando del helado.

Hierbabuena y Nomeolvides 「GyJo」Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu