—¿En cuál futuro lejano? ¿Dentro de cincuenta años, quizá?

—En el tiempo que sea necesario y en el cual tú te sientas estable para mantener una relación con alguien. No creas que tú eres el problema porque no lo eres.

—¿Y entonces quién es el problema?

Ruedo los ojos.

—Estás dramatizando —digo—. Nadie ni nada es el problema, a veces las personas no están destinadas a ser. No siempre se necesita un problema en concreto.

Lo dice la que tiene a todos los hombres detrás suyo. Si quisieras, podrías tener un novio diferente cada día Leanne. Eres la mujer del momento, todos te desean.

Despejo la atención de mi maquillaje para observarla.

—Lo sé —afirmo—, sé que estoy en el mejor momento de mi carrera y sé lo mucho que algunas personas me prestigian por ello, pero eso no significa que un par de hombres que estén detrás de mí me hagan feliz. La soltería es algo que debe disfrutarse y aunque te cueste creerlo, a veces, es bueno estar sola durante un tiempo. Estar a solas durante un tiempo te sirve para conocerte a ti misma y lo digo por experiencia propia. 

Se pasa las manos por el rostro. 

Debe ser fácil para ti, yo solo quiero una relación con alguien que me entienda.

—No siempre las cosas son como queremos —concluyo—. Deja de torturarte por hombres que no valen la pena y disfruta de tu vida. Hablas de mi vida, ¿pero qué hay de ti? Tú eres una muy buena arquitecta con una gran carrera en la cima.

—No exageres.

—No exagero. De hecho, no entiendo mucho acerca de la arquitectura, pero tú pareces ser buena en ello, he visto tus proyectos y tienes una gran inteligencia.

Gracias.

—No me agradezcas, no dije más que la verdad —me acerco a la cámara—. ¿Qué opinas de mi look para esta noche? —le muestro mi vestido.

Estás buenísima, ve a ese puto bar y fóllate a todos —suelto una carcajada.

—Claro, lo haré —ironizo. Observo la hora en la pantalla de mi teléfono—. Tengo que colgar, ya es la hora y todos deben de estar abajo. ¿Te llamo luego?

Disfruta de la noche y mañana me cuentas qué tal.

—Está bien, buenas noches.

—¡Buenas noches! —exclama antes de colgar.

Guardo mi teléfono dentro de mi pequeño bolso de mano de preferencia negra y finalmente, abandono la habitación.

Recibo un mensaje entrante de Charlotte al abordar el ascensor, el cual leo con inquietud apenas las puertas se cierran.

Cindy se impacientó más de la cuenta, no ha dejado de chillar y tuvimos que irnos al bar antes. Te esperamos abajo, tómate tu tiempo.

Guardo el teléfono nuevamente dentro de mi pequeño bolso cuando las puertas se abren y avanzo por la recepción hasta llegar hacia el apartado, cruzando el restaurante que no se encuentra muy habitado.

Al llegar al bar titulado como Amore, oigo la estruendosa música que resuena dentro del lugar. La verdad es que me cuesta un poco habituarme a la esencia de la estancia, pues no suelo salir mucho. Soy del tipo de persona que prefiere quedarse en casa viendo una película, haciendo un poco de ejercicio físico o tratando de cocinar con mis amigas una de esas recetas de internet para profesionales y fallando en el intento, provocando un desastre en la cocina.

Caricias ProhibidasWhere stories live. Discover now