Me dejo caer sobre el sofá con unas inmensas ganas de dormir, me lo merezco después de todo el trabajo que cargué sobre mi espalda en Nueva York. Me permito cerrar los ojos con calma mientras disfruto del ruido de la lluvia que abarca a la ciudad de Milán esta mañana, suena a un buen plan; dormir en silencio relajante, oyendo el sonido de la lluvia con una inmensa tranquilidad. Sin embargo, todo aquello se esfuma cuando oigo cómo las puertas del apartamento se abren, me acaricio la sien sin ganas de reincorporarme del sofá, pues me encuentro bastante cómoda ahora mismo. Aterrizo al instante y recuerdo que les envié un mensaje a mis amigas hace eso de una hora, diciéndoles que les dejaba la puerta abierta para ellas, pero creí que no vendrían.

—¿Qué carajos estás haciendo ahí tirada, asimilándote a una morsa? —exclama Emma mientras que Hailey se sitúa a su lado, arqueando una ceja y examinándome con la mirada.

Conocí a estos dos dolores de cabeza hace muchos años, es una historia muy larga pero bastante divertida que nos gusta recordar ya que no nos agradábamos para nada cuando nos conocimos por primera vez. Emma Brown es una reconocida arquitecta americana que se ha ganado el reconocimiento de todos a base de la carrera que seleccionó para especializarse, se mudó a Milán para expandirse según tengo entendido. Mientras tanto, Hailey es una muy reconocida modelo al igual que yo, también decidió moverse a Milán porque le encanta todo lo que esté relacionado con la cultura italiana.

A pesar de que ambas sean unos inmensos dolores de cabeza cuando se lo proponen, son personas indispensables en mi vida que no estaría dispuesta a perder por nada en el mundo

—¿Qué están haciendo aquí, insoportables? —me quejo.

—Cállate, ambas sabemos muy bien que nos extrañaste demasiado —habla Hailey, cruzándose de brazos.

No puedo evitar esbozar una corta sonrisa y algo me alerta de que van a quedarse por mucho tiempo cuando veo a Emma dejar tres cafés de Starbucks y puedo visualizar que uno de ellos es un café latte, tal como a mí me gusta.

—Ajá —me reincorporo sobre el sofá y cojo el café.

—Traidora, sólo nos quieres aquí por el café —espeta Emma mientras se acerca a mí para darme un beso en la mejilla a la fuerza.

—Cierren la boca y tomen asiento —digo, soltando una corta carcajada—, tenemos mucho de qué conversar y ustedes me deben una explicación acerca de sus paraderos porque no las he visto en meses.

—Exagerada, solo ha pasado un mes —me recuerda Hailey.

—Sigue siendo mucho tiempo.

—¿Qué te sucede? ¿Ya estás en uno de esos días en los que tienes semejantes cambios de humor porque estás con tu periodo? —interroga Emma.

—Cállate, quiero conversar y así me tratan —finjo poner mala cara mientras le doy un largo sorbo al café—. Solo las perdono por el café   —realizo una breve pausa antes de hablar nuevamente—. Ahora, ¿van a ser tan amables de decirme en dónde carajos estuvieron?

—Yo estuve un Australia, un cliente me estipuló una buena cantidad dinero a cambio de un interesante proyecto que acabo de dar por finalizado —responde Emma—, he estado muy ocupada pero ya estoy completamente disponible para ti amore, no te preocupes.

Ruedo los ojos y traslado mi mirada hacia Hailey.

—Estuve en Australia debido a una sesión de fotos —explica ante mi mirada—. Era muy importante y mi representante me dijo que no podía perdérmelo por nada en el mundo.

—¿Y qué hay de ti? —interroga—. Estás haciéndonos muchas preguntas a nosotras, pero ni siquiera nos has dicho en dónde mierda has estado la semana pasada.

Caricias ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora