Me quedo pensativa durante unos minutos hasta que recuerdo al acontecimiento que tengo agendado para el día de hoy. ¡La sesión de fotos! Sería una vergüenza de mi parte llegar tarde a una sesión de fotos, por lo tanto, me apresuro a la salida del penthouse y una vez me encuentro en el exterior, visualizo a mi chofer esperándome.

—Señorita. —Trevor me abre la puerta de la limusina y le dedico un leve asentimiento de cabeza a modo de gracias antes de introducirme dentro del vehículo que arranca al cabo de unos minutos.

Rebusco en mi bolso la gomita que tengo allí y la utilizo para recoger mi pelo en una coleta alta para evitar sentir mi melena de pelo haciendo contacto con mi rostro. El día es caluroso y no quiero estresarme.

Lo que queda del transcurso de viaje, miro por la ventana, contemplando a la ciudad de Nueva York que se encuentra repleta de personas y coches por las calles. Cuando llegamos al edificio en donde se realizará la sesión de fotos, Trevor me abre la puerta de la limusina y abandono el interior del vehículo mientras me arreglo un poco la ropa para parecer presentable.

—¿Necesita que la acompañe? —interroga Trevor.

—No te preocupes, espérame aquí, cuando la sesión finalice te llamaré.

Me dedica un asentimiento de cabeza.

—Como usted diga, señorita Vitali.

Me adentro en el edificio con rapidez para evitar a cualquier tipo de persona y me meto en el ascensor que me lleva a la planta en donde Rebecca me dijo; la planta tres. Avanzo hacia la sala en la cual hay fotógrafos, una mujer y otras mujeres que deben ser las estilistas. Todos parecen notar mi presencia al instante y la primera en acercarse a mí es una mujer de melena rubia que sonríe.

—Leanne, estábamos esperándote —dice mientras me estrecha su mano para introducirse—. Mi nombre es Sheila y mi equipo se encargará de tomar las fotos. Nuestras estilistas; Sarah, Lisa y Chiara se encargarán de proveerte la ropa y el maquillaje. Es un placer finalmente conocerte, Rebecca me ha hablado mucho de ti. 

—Lo mismo digo. —Acepto su mano.

Los fotógrafos se introducen con sus nombres al cabo de unos minutos y luego, una de las estilistas me lleva hacia el tocador, en donde me entregan el precioso vestido ajustado que utilizaré y el cual me coloco. Me miro frente al espejo una vez noto como la tela se ciñe a mis curvas, irradiando elegancia. 

—Señorita. —Una pelinegra me invita a tomar asiento y acato aquello.

Les doy la libertad de hacer lo que quieran ya que ese es su trabajo. Las tres mujeres que no recuerdo muy bien sus nombres se encargan de prepararme para la sesión de fotos. La estética es elegante, el vestido que llevo encima es rojo carmesí ajustado que me llega casi hasta las rodillas. Mientras una de las estilistas se encarga de mi pelo, ondulando las puntas en gran cantidad y otra de ellas se encarga de empezar con mi maquillaje. 

Cuando las mujeres finalizan su trabajo, me miro reflejada en el espejo. El maquillaje que llevo encima se ha encargado de realzar mis facciones, pero a la vez, es tal como me gusta, sofisticado y sencillo, sin abrumarme demasiado. 

La puerta se abre minutos más tarde y Sheila me conduce hacia el fondo blanco en el cual me toman las fotos. No hay necesidad de explicarme algo porque ya estoy experimentada y simplemente me dedico a posar frente a las cámaras, irradiando seguridad. No sé cuántas fotos toman, pero son demasiadas y la sesión se basa en un minuto de descanso entre cada toma, luego un cambio de maquillaje y un cambio de vestuario. 

Todos los vestidos que utilizo son hermosos pero el que más me gusta es el que llevo ahora; es negro y deja una pierna al descubierto, también los tacones de aguja completan la vibra que se intenta transmitir. La elegancia se palpa a través del vestuario y de la clase que me hace irradiar inconscientemente.

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