Primera Cita

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El olor del café era delicioso, los jardines bien cuidados y la brisa fresca le daba al lugar la apariencia de ensueño, las mesas y bancas de madera eran tan frescas que podía dejar el tiempo pasar sin cautela.

Cuando apareció por el arco que formaban las flores al entrar el corazón de Rice tropezó en su pecho, dio un par de volteretas y cayó de frente, torpe corazón de niño que no mide el peligro.

- ¿Se le complicó llegar?

- Si aún me pierdo un poco.

Se puso de pies, el hombre frente a él lo ameritaba, estaba vestido con una levita ajustada que enmarcaba sus anchos hombros y su cintura estrecha, al sentarse se desabotono la levita y con movimiento practicado la abrió y quito con gracia.

- ¿Quiere tomar algo?

- Lo que usted me sugiera.

Por la mente de Rice cruzaron mil sugerencias sucias, pero se decidió por un café, ese hombre frente a él bien podría estar casado, casado con una mujer, pues apenas ahora notaba la sortija en su dedo.

- ¿Es usted casado?

- Viudo.

- Lo lamento.

Evander miró su manso por un momento, la elevó y movió sus dedos como si fuera la primera vez que la veía.

- Ya an pasado seis meses y unos cuantos años.

- A que se refiere.

La mujer de al que él había estado enamorado, con al que se casó e hizo un juramento había estado muerta mucho antes de que el corazón en su pecho dejara de latir, lastimosamente el tardó demasiado tiempo en darse cuenta.

- Fue... no lo sé, la amaba, pero ya ella había muerto hacia tanto tiempo que me aferraba a un recuerdo nada más.

Se dio cuenta que lo había dicho en voz alta y miro al hombre frente a él que lo miraba con curiosidad en sus ojos verdes.

- ¿Me a embrujado usted? Creo que hablo demasiado cuando me mira.

- Son mis ojos, mi abuela lo decía, tengo estos ojos que te obligan a decir la verdad.

Rice le guiño un ojo y la sonrisa que le dio era... ¿coqueta?

- Disculpe mi lentitud, pero ¿intenta usted seducirme?

- ¿No lo sé, se siente seducido?

El rubio se fingió sorprendido haciendo que la diversión bailara momentáneamente en los ojos del griego.

- En absoluto.

Pero estaba sonriendo cuando lo dijo y era una sonrisa cálida y dulce que atravesó la cordura de Rice y se juró que el corazón de ese hombre en algún momento seria suyo.

- Entonces debo tratar un poco más, ¿compartimos un postre?


Sanar un CorazónWhere stories live. Discover now