Choi Yena, despiadada asesina que trabaja para una de las más grandes mafias de Corea del Sur. Nunca se ha tocado el corazón por nadie, sin embargo, aquella chica rubia de mejillas abultadas logró conmoverla.
Yuri no tiene donde ir y paso de que Ye...
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Se dirigieron al centro comercial a eso de las tres de la tarde. Yuri, Yujin y Tzuyu iban enfrascadas en una conversación acerca de lo mucho que comprarían, para la mayor de las tres no pasaban inadvertidas las miradas que Wonyoung le lanzaba a Yujin por el retrovisor, se dijo a sí mismo que no debía dejarlas solas en ningún momento. Ultimamente Wonyoung estaba siendo demasiado impulsiva y aquello no podía ser bueno.
Su primera parada fue una tienda Prada, Yujin parecía niña en dulcería, tomaba prenda tras prenda y realmente lucía demasiado emocionada.
— ¿Estás segura de que Minju le permite esos gastos? — murmuró Tzuyu inclinándose junto a Yuri mientras esta miraba un par de camisas.
— Yujin podría comprarse una tienda de ropa entera y a Minju no le molestaría ni un poquito. Supongo que yo podría hacer lo mismo pero Yena Unnie siempre está comprándome ropa así que no necesito más.
Tzuyu se preguntaba que se sentiría que alguien más le cumpliera sus caprichos, definitivamente ella no lo sabría. Tenía el dinero suficiente para cumplir sus propios deseos pero aún así creyó que debía ser divertido.
Del otro lado de la tienda, Wonyoung cargaba en ambos brazos la ropa que Yujin tomaba, para ese momento la menor ya la había imaginado vistiendo cada una de esas prendas y debía decir que la imagen mental era bastante buena. Sabía de antemano que aquello estaba mal, sabía que tenía una novia y que estaba perdidamente enamorada de ella. Sabía que Minju y Yujin eran, probablemente, la pareja perfecta, y ella de verdad no quería arruinarlo. Por eso siempre estaba esperando a que Kim cometiera la mínima equivocación para correr a tomar entre sus brazos a Yujin, albergando al menos una chispa de esperanza de que, con un poco de suerte, algún día la peliazul le correspondiera. Sabía que era improbable pero le gustaba soñar.
Claramente Wonyoung no había pedido aquello, realmente no pidió haber quedado completamente atontada con los encantos de la mayor; fue su sonrisa, su carisma, su grandiosa habilidad para escuchar y brindar consejos, fue la manera tan linda en la que Yujin solía comportarse. Cada una de esas pequeñas cosas fueron las que hicieron que Yujin llamara cada vez más su atención.
Minju no debía molestarse ¿O si? No podía molestarse. Era su culpa por tener una novia tan preciosa.
— ¿Sigues con nosotras, Wonnie? — preguntó Yujin chasqueando los dedos frente a su rostro — Pareces algo ida ¿Te sientes bien?
— Lo lamento, solamente estaba pensando ¿Estás segura que llevarás todo esto? — como respuesta únicamente obtuvo un asentimiento de cabeza, la menor soltó una risita mientras la miraba entrar a uno de los probadores.
— Por favor no vayas a hacer una tontería, Wonyoung.
Miró a Tzuyu y asintió aunque ella bien sabía que no podría contener sus impulsos por mucho más tiempo ¿Cuanto dolería un golpe de Minju?
