Ven acá, imbécil —habló la bolsa y Alpha clavó su mirada en él al tiempo que tronaba sus nudillos y el cuello—. ¡Ven acá! ¡Anda asesino!

Golpeó en total 1621 veces. Un nuevo récord superado por él mismo.
Geroff aplaudió por el logro. Señaló a los técnicos lo que debían reparar y estiró a su amo una toalla junto a una botella pequeña con agua.

—De nuevo te superaste —rió alguien a sus espaldas. Giró a ver tratando de recuperar el aire—. ¿Estás listo, Alpha?

—Ahora sí —jadeó secándose el sudor del rostro.

—Te espero en la sala.

—Inicio de entrenamiento femenino —anunció Amobia graficándose en las paredes—. Por favor, desocupen el gimnasio. Gracias. —Desapareció.

—Si llegara a necesitar algo —dijo el androide devolviéndole a su asignado la sudadera y recogiendo lo utilizado por el joven—, hágamelo saber, Alpha.

—Gracias, Geroff —sonrió palmeándole el hombro. Se retiró con una sumisa reverencia.

El gimnasio fue vaciándose en pocos minutos, los hombres tenían por costumbre acomodar los elementos utilizados así como mirar a las jóvenes entrenar por simple morbo. Son Nhereos, sí, y no tienen ningún tipo de sentimiento o parecido; pero ello y todo lo que cargaran, no les impedía sentirse «atraídos» por el sexo opuesto. Dicha razón, era también por lo que los Nhereos eran vaciados. En ellos se terminaba la línea de descendencia.
Volviendo a los entrenamientos, fue gracias a que uno de ellos quiso sobrepasarse con una Nherea, los dividieron en dos rondas distintas. Y cuando ellas ingresaban, los vidrios oscurecían para no ser molestadas durante sus ejercicios.
A 237 no le importaba mirar mujeres mientras entrenaban; porque ese tipo de morbos le resultaba estúpido. No entendía de esas necesidades humanas.

Hizo unos metros para pasar a la siguiente sala. No terminó de apoyar el pie en el lugar cuando le lanzaron un palo que detuvo gracias a sus reflejos. El otro rió a carcajadas.

—Ese ataque es de cobardes —bufó el joven jugando con el objeto.

—En combate real, no en entrenamiento.

—¿Vamos a charlar o a entrenar?

—Yo estoy esperándote a ti —tomó otro palo. Se puso en guardia.

Alpha avanzó hacia el entrenador con paso rápido y comenzó el ataque; se defendía de sus ataques con gran destreza. El indicador de movimientos comenzó a marcar 100 movidas y golpes por minuto de parte del joven.
El entrenador Pentagon 056, se convirtió en el único que podía controlar a Alpha en todo sentido. Para 237, el hombre era una suerte de padre que lo vio crecer, que le aconsejó respecto a estrategias de cacería además de algunos que otros valores; como el de no atacar a mujeres embarazadas ni con bebés recién nacidos. El día que Alpha se convirtió en Alpha fue el más emotivo para el hombre, pues asumió como líder mayor de los grupos de cazadores Nhereo. Era una pequeña familia a escondidas entre las paredes del Criadero.

Ser un Alpha equivalía a ser presidente de una nación pequeña dentro de un edificio blindado. Rodeados de pura destrucción. Alpha 237 era el más joven en tomar el mando de predecesor; Alpha 236, el famoso Pentagon 056.

En cuanto al grupo femenino —Nhereas, lógicamente—, ellas eran lideradas por la ruda Itha 123: una mujer de treinta años cuyo carácter altanero y arrogante le había traído bastantes problemas a sus subordinadas, a quienes cayeran en sus manos o la cruzaran a solas. Itha disfrutaba de agredirlas sin necesidad de un comienzo —como una simple palabra—, las agredía porque sí y era suficiente. Disfrutaba de ello.
Y entre sus muchas víctimas estaba Gamma 567.

NHEREOS: Nacer para Sobrevivir © [NHEREOS #1] [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora