Frotó el brazo y volvió a cubrirlo con la manga de su uniforme azul noche, de cuello chino con adornos de triángulos plateados en ello. Continuó observándolo, jugaba con los dedos. Suspiró triste. Tecleó un par de veces en la computadora.
Veía con melancolía las fotografías hologramadas de él mismo junto a una pequeña que lo abrazaba y besaba en la mejilla. Suspiró hondo, cerrando un puño sobre el teclado, dando un suave golpe.

—Ah, Joanne —murmuró tocando la imagen—. Mira lo que te pierdes.

Alpha 237 salió del cuarto después de desayunar

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Alpha 237 salió del cuarto después de desayunar.
Llevaba puesto un joggin negro, zapatillas grises, una musculosa y sobre ella, una sudadera sin mangas. Se ató el cabello de camino afuera. Trotaba alrededor del patio de entrenamiento, observando cómo otros jóvenes —nuevos al parecer— intentaban levantar los 280 kilos que alguna vez él mismo levantó y terminó destrozando la torre de carga. Esa historia le fascinaba a los Nhereos más recientes, también a los más antiguos y a los niños.

Al igual que cada Nhereo y Nherea en el Criadero; 237 llevaba consigo un medidor de actividades, salud y recuento celular. Todo un complejo sistema que permitía regular, por ejemplo, el tiempo justo y necesario para el ejercicio.
El 'bip' en la muñeca le sirvió de alarma para saber que estaba listo para comenzar la dura exigencia deportiva después de diez minutos, por lo que procedió a utilizar los elementos en el patio contiguo, cubierto y rodeado de cristales; una gran caja de cristal con aparatos de gimnasia pesada.
Divisó una figura de baja estatura yendo donde él, cargaba un vaso deportivo con un líquido cremoso amarillo pálido.

—Buen día, joven Alpha —saludó el androide símil humano.

Era de cabello largo renegrido recogido en un rodete con palillos; tez blanca, ojos pequeños bicolor, uno celeste brillante y el otro negro. Vestía uniforme celeste pálido sin mangas, dejando ver unos circuitos en su hombro derecho.

—Pudo abandonar la cama según veo —bromeó sin sonreír ni nada. Alpha lo observó sin decir nada—. Le traigo su bebida de proteínas, como cada mañana en entrenamiento.

—Quiero waffles, Geroff —susurró. El androide negó con un dedo—. Sólo uno...

—Amobia ya le indicó la razón y debe respetarla —el joven bufó—. Comience a entrenar de una vez, antes que se enfríe el cuerpo y pueda provocarse un esguince.

Se quitó la sudadera y la musculosa para utilizar la caminadora cuyo funcionamiento se basaba en hologramas frente a él. Analizaba su ritmo cardíaco, respiración y calorías, se detuvo por sí sola cuando consideró que fue suficiente. Levantó pesas de ciento cincuenta kilos cada una, haciendo un peso total de trescientos kilos en ambos brazos; sus compañeros lo imitaban, tenían menos resistencia y dejaban caer el peso en cuestión de segundos. Y Alpha siempre pensaba lo mismo:

«Ni que pesara tanto —negaba desaprobante—. Son unas niñitas».

Abandonó el gimnasio principal y se dirigió a la zona de boxeo, cubriéndose los nudillos con vendas especiales mientras la bolsa se cargaba, aquella se sincronizaba con el dispositivo puesto en su médula desde el momento en que comenzó los entrenamientos duros con Pentagon 056. Lo tenían más controlado que a otros dentro del Criadero, incluso más que a los niños.

NHEREOS: Nacer para Sobrevivir © [NHEREOS #1] [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora