Una compuerta de metal negro los aguardaba, el hombre posó la mano sobre una placa digital y el obstáculo se hizo a un lado.

—¡Adentro! —ordenó quedándose en un costado. Al entrar todos, los observó con suma pena—. Lamento no haber podido hacer más por ustedes —sollozó saludando respetuoso. Ellos lo imitaron—. Buena suerte —apoyó la mano en la placa y las compuertas se sellaron.

Dio un golpe certero al artefacto, quebrándolo en el centro.

Salió de aquel lugar con paso ligero, sin mirar atrás. Las luces seguían fallando, él ya no temía, ya no pensaba en mas nada; ni en su familia, ni en los recuerdos que eran inútiles en ese momento. Acordarse de cómo los Nhereos destruyeron lo que conocía y asesinaron a quienes amaba le daba coraje, podía sumirlo en dolor, hundirlo. Y él necesitaba mantenerse a flote todavía. Recordar que halló muerta a su familia en las calles tras la invasión de los Nhereos en Rusia; incluyendo a su pequeña de tres años y al bebé que iba a ver la luz en febrero, el mes siguiente al presente.
Enterró a su familia donde pudo y prometió darles un mejor lugar cuando la guerra acabara; pero esa guerra no acababa. Parecía eterna, la condena perfecta para los mortales.

Regresó al mando operativo, esperando a que lo encontrara el destino cruel mientras tecleaba aquí y allá en las pantallas de holograma. Las cerró de inmediato cuando las puertas y la sala tembló cual impacto de misil; espió por sobre el hombro. Veinte enemigos ingresaron armados y en perfecta fila.
Uno de ellos echó un vistazo al entorno, el general se mantenía firme, sin verlo completamente.

—¡Vassarov! —exclamó una voz masculina de tono medio y rasposa. Esa maldita voz que reconoció de antes de la guerra—. Nos volvemos a ver. Creí que ibas a detenerme... Es un poco decepcionante debo admitir.

—Yo sabía que estabas detrás de esto, John. Sabía que no te detendrías después de eso; no pudiste contra tu mal genio.

—¿Mal genio? Yo quise ayudarlos y se negaron. ¡Yo quise compartir con ustedes mis conocimientos!

—¡Jugar a ser Dios no es conocimiento, es arrogancia! Joanne lo vio antes que todos nosotros y te quitó los proyectos.

—Se robó mucho más que mis proyectos, ¡la vida de mi madre se fue por ella y su estupidez de niña! ¡Dime donde está!

—Escúchame bien, maldito hijo de puta. Puedes escarbar hasta el último centímetro de tierra en este planeta... pero no la encontrarás. Nunca jamás.

John Hiringger había reaparecido ante él, mucho tiempo después de haberlo perdido de vista tras ser expulsado del ejército por insubordinación contra el general Umir Coleman; padre de su compañero Dominic Coleman. Él, Dominic y John fueron compañeros en el Batallón Primero de Infantería de la Armada Nacional Rusa, división Sombras. Mucho antes de iniciarse la guerra presente.
John se negó a formar equipo con gente no nacionalista, es decir, extranjeros. Los mismos que no hacían absolutamente nada durante las horas de trabajo, los mismos que se ausentaban a sus tareas por irse con mujeres de por ahí y no volvían hasta la hora de irse. Se negó a trabajar con ellos acusándolos de vagos y estúpidos. De hecho, John Hiringger le aconsejó al general Coleman buscar soldados de su propia nación dado que ellos eran más fuertes; y se ofreció a crearlos él mismo si le permitía y otorgaba sujetos de prueba.
El General no reaccionó de la mejor forma y le ordenó disculparse, John se negó durante semanas incluso metido en castigo. Coleman dictó que tal hombre no podía estar entre sus tropas y fue expulsado.

Años más tarde, Vassarov supo que John se había egresado con título en Biotécnico Genético. Supo de la terrible enfermedad de su madre, y su posterior muerte. Supo que su hermana menor se robó los proyectos que llevaba perfeccionando por años; ella le pidió protección y se la concedieron.

NHEREOS: Nacer para Sobrevivir © [NHEREOS #1] [✔]Where stories live. Discover now