—Qué bueno que estás a salvo —susurró cerrándolos.

La mujer fue certera al darle en medio del pecho.
Dubrik cayó de espaldas, con los ojos abiertos y los brazos extendidos a los lados. Ella mantuvo la mirada en él unos momentos; lo examinó curiosa y la levantó, parpadeó ligero y abandonó el cuerpo de su padre para seguir a sus compañeros a través del derrocado paisaje en tinieblas de muerte y condena.

Al otro lado de la línea radial, Vassarov dejó caer el comunicador tras oírse el fin de la transmisión. Miró a sus compañeros de cuartel; siquiera respiraban por la impresión del disparo tras el silencio.
Giró en sí, viendo la enorme pantalla que le mostraban gran parte de los países en rojo. Sólo unos mínimos rincones seguían en brillante azul: la zona Sur —no mencionada por Dubrik antes de morir—, seguía brillando dado que esa zona seguía inmune e intacto a la invasión. Ellos eran unos números, unos cuantos que vislumbraban el panorama destructivo a través de pantallas, hologramas; cual espectador que observaba una película de terror: sugestionado y lleno de temor.
Todo había caído: Rusia, Estados Unidos, Reino Unido... las grandes potencias como China, Australia... cedieron terreno. Sólo quedaban ellos y no podían hacer nada para detenerlos.

Vassarov tenía el recuerdo fresco del primer enfrentamiento en Gales; la base de la Armada Real recibió el impacto de un proyectil que hizo volar hasta la última viga del edificio y sus armamentos. Las alarmas en Irlanda llegaron a oírse hasta España. Irlanda dio aviso de lo ocurrido y las Armadas europeas se prepararon para enfrentarlos. Vassarov recordaba la velocidad con la que las industrias bélicas desarrollaron nuevas armas, transportes livianos pero feroces en batalla; sin duda, fue un momento épico cuando reaparecieron los antiguos Lockheed Blackbird creados por EE.UU. durante la Guerra Fría con el fin de espiar a los rusos.
Los portaaviones regresaron a los mares, los cruceros de guerra, acorazados, destructores. Todo servía para el nuevo cruce. No había aliados, no había enemigos ni tratos bajo el agua ni a traición. El objetivo: descubrir al embaucador y destruirlo de raíz.

No lograban saber quién era el detonante de tal evento, sí que el ataque a la Armada Real Galesa apenas fue la punta del iceberg que avecinó la tragedia; ellos salieron de las instalaciones de Hiringger TechnoGen alrededor en cada país de cada continente. Nadie conocía de dichas criaturas, ni siquiera quienes en algún momento fueron sus más antiguos inversores o socios.
Y más tarde supieron a quienes se enfrentaban en realidad.
No pudieron detenerlo.
Por mucho que unieron fuerzas y se esforzaron, no pudieron contra ellos.

Acabaron ejércitos completos, devastaron tierras y se hicieron de rehenes. Ahí iba una víctima más: el comandante Dubrik, perteneciente a la Armada Real de Holanda.
Llegaron tarde para detener a John Adrien Hiringger.

—Señor —llamó un subordinado, sacándolo del shock y los pensamientos—, Finlandia logró concretar el Plan Cigüeña, lo mismo con la RFA de Inglaterra y España.

—Bien —suspiró sin dejar de ver la pantalla—. Que los soldados resistan cuanto puedan; que luchen por lo poco que nos queda. La libertad será nuestra recompensa. Debí... detenerlo cuando lo tuve en frente —murmuró, el subordinado a su lado lo miró con sorpresa—. Debí hacerlo, ese era mi deber.

—No diga eso, señor —calmó—. Usted hizo todo lo que pudo y tuvo a su...

—¡Señor! —exclamó otro. Ambos voltearon a verlo—. ¡Enemigos en el radar!

Vassarov no daba crédito a lo que sus ojos captaban en otra pantalla: una docena de naves con la insignia de la RFA británica y alemana volaban sobre la superficie de la base militar, destruyendo los cañones antiaéreos.

—Nos encontraron —murmuró tragando saliva—. ¡A los refugios! ¡Rápido!

Los presentes abandonaron sus puestos, corriendo por los pasillos hacia una misma dirección. Vassarov escuchaba golpes sordos que provenían de la superficie; las luces titilaban, amenazando con dejarlos a oscuras total. Siguió a los demás una vez que el último joven pasó frente a él, bajaron cerca de cinco pisos.

NHEREOS: Nacer para Sobrevivir © [NHEREOS #1] [✔]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن