6-PRIMERA CITA

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Eran las 8:25 y yo estaba llegando a la pastelería, eso era un poco raro ya que por lo general yo era una persona bastante impuntual, incluso tengo mi libro de excusas (algún día lo publicaré); el punto es que yo llego tarde prácticamente a cualquier lugar que no sea el trabajo... bueno quizás ahí también me hubiera retrasado un par de veces por motivos de que se ¨alargaba¨ mi comida, para no decir que olvidaba a veces que tenía que tardar poco, es más debí haberle preguntado a mi madre si mi teoría de que nací tarde es cierta.

Aunque bueno, debo volver, el punto no era ese, yo me estaba muriendo de nervios y no sabía qué hacer en primer lugar, tenía ganas de meter mi cabeza en el suelo igual que lo hacen las avestruces en las caricaturas (y digo en las caricaturas porque en la vida aburrida a la cual llamamos realidad nunca se ha visto que los avestruces hagan eso... lo sé, nuestra infancia siempre es destruida por un científico amargado) pero me armé de valor y entré a la pastelería. Cuando ingrese a la pastelería vi a la misma chica que me atendió la vez anterior, estaba limpiando uno de los cristales de los mostradores, tenía música pop adolescente puesta a un volumen un poco alto, el letrero de la puerta decía que cerraban a las 9:00 de la noche así que supongo que ella ya no quería más clientes ahí y solo esperaba a que diera la hora indicada para cerrar, deseando que ninguna persona molesta como yo estuviera a esas horas.

Me acerqué al mostrador y ella me sonrió, luego me habló:

–Buenas noches ¿qué desea llevar? ¿viene por algo en específico o le muestro el catálogo?

Que buna educación, si yo trabajara en una pastelería y un desgraciado entrara 30 minutos antes de cerrar lo ignoraría hasta hacerlo creer que es un fantasma.

–Hola buenas noches, de hecho, no vengo a comprar nada, vengo buscando a Cristina, habíamos quedado de vernos y pues iba a pasar por ella a esta hora– (Bien hecho Alejandro, esperemos haber dicho lo correcto y no parecer acosadores ahora, además casi ni se nota que te comen los nervios ¿Cómo crees?).

–Ah claro, entiendo– hizo una pausa un poco larga y miró un momento hacia el techo tomando con su mano izquierda su mentón y acariciándolo mientras pensaba, curioso gesto– supongo que eres uno de sus amigos, bueno eso no me incumbe, disculpa el atrevimiento y permíteme un momento para subir y decirle que estás aquí.

–Si claro, no te preocupes, yo aquí espero– Apenas terminé de decir esto ella se dirigió a unas escaleras que estaban en la parte trasera del mostrador y subió; en lo que ella se encontraba en la planta superior yo me quedé pensando en las similitudes que tenía con Cristina (las cuales eran bastantes), tenían el mismo color de piel y unas facciones parecidas, sólo que Cristina las tenía bastante más refinadas, ambas tenían un lindo cabello, pero Cristina lo tenía lacio y esta chica lo tenía quebrado, ambas tenían una linda sonrisa, no obstante la de Cristina reflejaba felicidad acompañada de seguridad y en cambio la de esta chica reflejaba un poco de nerviosismo e inseguridad, es la sonrisa que uno solía poner cuando en el colegio nos pasaban al frente a presentarnos el primer día y tú lo único que querías hacer era tener la capacidad de sacar rayos de las manos y electrocutar al profesor por ser un chismoso; aun así me pareció linda la chica, claro que no como Cristina, en este punto me di cuenta que ni siquiera me había dignado a preguntarle su nombre y eso me hizo sentir mal.

Traté de calmar mi nerviosismo y empecé a pensar las cosas más detenidamente, fue entonces cuando caí en la cuenta de que tal vez Cristina no me había pedido que pasara por ella a la pastelería por que fuera saliendo de trabajar, lo más probable es que lo hiciera porque vivía ahí o algo por el estilo, mi nerviosismo entremezclaba esas ideas con videos de hombres obesos saltando a piscinas, no sé por qué.

Estaba muy concentrado y pensando en eso que no noté cuando la chica que acababa de estar conmigo bajó las escaleras, yo estaba viendo los pasteles como si ellos tuvieran las respuestas a todo, a nada estuve de gritar: ¡Oh poderoso pastel de chocolate dame las respuestas que necesito! ¡Dime porque Cristina me citó aquí! ¡Contéstame desde el fondo de tu dulce ser cual es la razón de mi existencia y si algún día los peces dominarán el mundo!

Memorias de un corazón torturadoWhere stories live. Discover now