Vegetta

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Mucho antes de los incidentes en el pueblo de Karmaland, circulaba de boca en boca que los alimentos, objetos de valor y otras muchas cosas, desaparecían cada noche sin dejar rastro.

Tras las insistentes quejas de los habitantes, los héroes de Karmaland decidieron actuar; las cámaras de seguridad ya eran un hecho.

Así fue, como se conoció al ladrón nocturno, denominado Lobo Nocturno.

Su verdadera cara era completamente desconocida, su voz no, pero tenía la costumbre de hablar las "r" como "g".

Esto fue comprobado en una de las tantas cámaras de seguridad, en la que el ladrón Lobo Nocturno agarraba prendas de vestir moradas y dejaba pecheras de hierro como cambio.

Hoy, era una noche que, además de ser peligrosa y albergar horrores, era también de robos, los cuales ya eran recurrentes desde mucho antes.

—Lobo nogtugno, es hoga de agtuag.

Pero no iba a robar en el centro de Karmaland, no, no, no. Hoy iba a robar dentro de las casas de los héroes restantes. Rubén, Manuel y Borja, o mejor conocidos como Rubius, Lolito y Luzu.

No sería nada fácil, primero tendría que ser bastante sigiloso, aunque ya lo fuera lo suficiente. Además, todas las casas de los fallecidos habitantes estaban siendo demolidas por la corrupción de Lolito.

Hablando del rey de Roma, esa sería la primera casa en ser robada.

Su traje de lobo, listo. Mochila morada, lista. Ganas de robar, listas. Acento francés, listo. Lobo Nocturno entra en acción.

La casa de Lolito estaba custodiada por varios guardaespaldas a la redonda, pero por detrás, no había ninguna protección. No hacía falta trepar para pasar los altos arbustos que danzaban con el viento, tan solo debías pasar y tener cuidado con caerte. Y así como así, entrabas a la propiedad del alcalde de Karmaland.

La verdadera dificultad era entrar en su casa, ya que las normas indicaban que no se podía destruir una casa que esté protegida por puertas reforzadas. Lobo Nocturno intentó de todo, entrar por el techo, por detrás, por debajo, pero sus esfuerzos fueron en vano. Como decía Auron, la casa de Lolito era inexpugnable.

Sin éxito, Lobo Nocturno se dirigió a la siguiente casa, la de su buen amigo Rubius. Literalmente la casa del oso gritaba: ¡Roben todo lo de dentro!

Subió al segundo piso, y ahí estaba: Aquel ordenador ilegal que hace tan solo unas horas poseía Rubius. Lo quitó de su sitio y lo metió a la gran mochila que portaba en su espalda.

Siguió revisando todo, el tercer piso, el primero y hasta el gimnasio, pero no había nada. Solo quedaba el sótano, el subterráneo. ¡Sorpresa! Las puertas a la sala de cofres eran reforzadas, por lo que las esperanzas de conseguir algo valioso bajaron drásticamente.

La única forma de entrar era cometiendo una ilegalidad, por lo que, desesperado, acudió al método que siempre ha dicho que nunca se debe hacer.

Rompió la pared.

Se llevó todo el hierro y diamante que había en aquellos cofres, dejó como ofrenda herramientas de hierro, colocó nuevamente la pared y se marchó de allí.

Un gigantesco ruido sonó a sus espaldas, no había sido el sonido de las puertas, ni tampoco algún mob, eran los dioses, se habían enfadado y le estaban castigando por cometer una ilegalidad.

Vegetta corrió todo lo que daban sus piernas, pero igualmente la electricidad de los truenos cayó sobre él. Voló bastantes kilómetros y cayó frente a la fortaleza del último integrante al cual robaría, Luzu.

EVIL - KarmalandWhere stories live. Discover now