XVII: Desface: Las aparecías engañan...

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-Lady Lucille Sharpe, mi hermana, encargó una pieza de maquinaria para mí hace algún tiempo -respondió sir Thomas al hombre en el correo.

-Recuerdo haberle dicho que dicha pieza no estaría aquí hasta la próxima semana, joven Sharpe -dijo el anciano-. Además, debe estar usted preparado, porque una pieza extranjera de tal calibre, ostenta precios elevados hoy día.

-Lo sé, Miles, viejo amigo, pero es una de las piezas que ayudará a que la finca recupere el fulgor de mil soles incandescentes. Usted no tiene idea -dijo con entusiasmo-. ¿Le parece hacer un trato?

-Ocurrencias suyas las escucho a diario, soñador joven Sharpe, ¿qué más da agregar otra a la lista?

-¡Ninguna ocurrencia hombre! Lo que le ofrezco es un trato limpio: tendré tal vez la mitad de mi entrega aquí en unos días cuando venga con mi esposa, pero hoy no puedo ofrecerle nada, ella esta dolida por su padre y no me apetece hablar de dinero. Así que pensé, si usted pagara su envío, entonces yo podría darle algunas libras sobre la propina habitual, eso claro, además del rembolso. ¿Qué le parece?

Esa voz entusiasta y un tono de perfecto negociador, ¿podría ser quien él estaba buscando? Thor lo notó tan claramente como el agua cuando Sir Sharpe se quitó el sombrero que traía y peinó sus cabellos hacia atrás en espera de una respuesta.

-Ciertamente, Thomas... -dijo el anciano, siendo rápidamente interrumpido por el recién llegado.

-Me parece que este pobre diablo no tiene un centavo qué prestarle, joven...

-Sir Thomas Sharpe, baronet, mi lord -respondió a la pregunta implícita-. Lamento no saber su nombre, pero creo que lo he visto por aquí antes.

-No, claro que no -dijo Thor, con sorna-. Si nos hubiéramos visto, yo lo recordaría, Sir Sharpe. Y usted no se hubiera olvidado de mí fácilmente, eso se lo aseguro.

Thomas, extrañado, extendió su mano, y se saludaron. Cuando el gran hombre rubio rozó su piel, se sintió inexplicablemente en casa y Thor enseguida supo que debía aprovecharse de eso. Sabía que las experiencias que el baronet tuviera, se almacenarían en el fluido energético que Loki terminaría adquiriendo más tarde. Y si eso no alcanzaba para enamorarlo, entonces solo necesitaría... acentuarlos un poco. ¿Cómo? Bueno, ¿han escuchado hablar del desfase de los vestigios?

-¡Loki, mi príncipe! -dijo desesperado el guerrero al ver a dicho hombre en brazos de su hermano, inconsciente-. ¿Qué pasó?

-¡No sé qué sucedió! -respondió Thor, depositando el cuerpo inerte en la cama. Siguiendo el falso teatro, golpeó un par de veces las mejillas de su hermano sin obtener resultado alguno. Aunque lo sabía de antemano, él sabía lo que hacía: desplazó sus Fylgja de su cuerpo.

Agnes quiso acercarse a verificar su estado, pero cuando el cielo empezó a oscurecerse y las pequeñas corrientes eléctricas recorrieron las extremidades de Thor, producto de su supuesta preocupación y enojo, se retiró.

-¡Sven, prepara té de cisco y prulk rápido, necesito hacerlo despertar!

-¡Por supuesto, mi rey!

-Loki... ¡Loki, hermano! No así, por favor, no ahora.

Su hermano menor no era el único aquí quien podía mentir, y, sinceramente, estaba satisfecho con su trabajo. Solo restó sacar a todos en la habitación y esconder la pequeña onza de esencias y aromatizantes conjurados que hicieron colisionar a los diferentes entes que habitaban a Loki. Y es que la idea lo abofeteó luego de la riña que tuvo con el príncipe, al escuchar su ultimátum: "quiero que me dejes en paz o seré yo quien desaparezca". Decidió en ese mismo instante que él no dejaría que su destino, el poder estar juntos, se fuera por el caño.

Vestigios de Alma » IronfrostWo Geschichten leben. Entdecke jetzt