Capítulo 1: La ballena en el mar

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"Una vez ví a una ballena nadando con tres arpones clavados... tardo un día entero en morir. Llegamos a estar tan cerca de ella que casi podíamos estirar los brazos y tocarla. Estaba débil por aquellos arpones y también cubierta de cicatrices, de todas las batallas que había librado."

LA ISLA DEL FIN DEL MUNDO

La mirada de Ed se perdía en el amplio cielo nublado, era un cielo gris que se extendía en el horizonte y en la infinidad se unía con el mar. Él estaba sentado sobre maderas de la proa de un pequeño Ferri, con sus piernas dobladas a punto de entumirse y escuchando el incesante sonido de las olas golpeando la embarcación mientras avanzaba, también podía sentir el viento frío colarse por su desgastado suéter y enfriarle el cuerpo, anunciando la llegada de un largo invierno.

Hacía ya varias horas que había comenzado el viaje en el Ferri, partiendo del puerto de Oslo y abandonando las tierras del continente, dirigiéndose al fiordo, a la isla de Bastøy, donde se encontraba el Centro de menores. En ese lugar Ed comenzaría su nueva vida, si es que pudiera llamarle así, nunca había sido un chico con suerte, pero con cada tropiezo solo esperaba el poder levantarse y continuar, aprovechando las pequeñas oportunidades que se le brindaba, Sin embargo, la sensación que está vez lo embargaba era como el haber caído en un pozo profundo sin oportunidad de salida, esta vez la desesperanza se sentía más fuerte, mucho más real.

Ed observó a los dos oficiales que se mantenían parados a unos metros, ambos vestidos de uniforme azul entallado, eran los encargados de vigilarlo a él y a los otros dos chicos a su lado, el que estaba más cerca de él parecía de su edad y el que se encontraba más lejos se notaba más pequeño.

El chico que parecía de su edad le dió un leve codazo en el brazo, Ed no hizo caso, deseando hablar lo menos que pudiera, sin embargo el codo volvió a golpear en el mismo lugar con insistencia pero esta vez con una fuerza mayor, esto lo hizo suspirar un poco frustrado y voltear a ver al chico de su lado que lo esperaba con una ceja levantada.

—Hola—le habló bajito— ¿Cómo te llamas?

Ed levantó los ojos y puso la cara más molesta que pudo antes de contestar— ¿por qué te interesaría?

El otro chico pareció entender su animadversión pero esto no lo detuvo e incluso le hizo poner una sonrisa burlona—cálmate hombre—alzó los brazos a la defensiva—solo trato de ser amable.

— ¡Silencio!—gritó uno de los oficiales, que solo les prestó un poco de atención.

El chico se calló por un rato, esperando que el hombre volviera a distraerse, cuando notó que ya no los miraba continuó.

—Mi nombre es Alek, Aleksander aunque no me gusta que me digan así, solo Alek o Al, lo que sea—murmuró.

Ed alzó los hombros—me importa un carajo.

Ahora fue Alek quien puso los ojos en blanco—parece que eres un hueso duro de roer ¿no?

Al ver que no obtenía respuesta alguna prosiguió—vamos a estar un tiempo en Bastøy y pensé que tal vez... como ambos somos la carne fresca, podríamos apoyarnos... ya sabes, ante los idiotas que de seguro abundan ahí.

Ed hecho un vistazo a Alek, era delgado, de rostro afilado, adornado con dos grandes ojos azules, con largos rizos rubios cayendo de la boina en su cabeza y largas extremidades también. Ed podía adivinar que el chico le ganaba tal vez por un palmo de estatura. En conclusión Alek era lo que las chicas podrían considerar "lindo".

No era extraño que quisiera hacer algunos aliados para su protección tan pronto y no era de extrañarse que buscara tal cosa en Ed, quien a pesar de ser más bajo poseía mucha más masa muscular y un rostro masculino algo intimidante, pero en lo que a él respectaba, Alek no estaba haciendo un buen trabajo en absoluto en ganar su simpatía.

La isla del Fin del MundoWhere stories live. Discover now