Capítulo 13

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La bebida salió disparada de mi boca una segunda vez. Y lo miré una vez más. Él debía estar bromeando.
—¿Qué? —pregunté, aún con la impresión en mi garganta. Él sonrió sin mostrar los dientes y de una manera tan sexy que me causo escalofríos. Inclinándose, toco con su mano derecha mi rodilla, la cual quité de inmediato.
—Que lo harás conmigo, no hay chico misterioso, no hay nadie más que yo —explicó, recostándose en el sillón, alejándose considerablemente de mí, quizá por mi reacción.

Sin palabras. Trague grueso y miré a todos lados nerviosa, el silencio incómodo me estaba matando ¿qué debería hacer ahora?
¿Marcharme a casa o aceptar su propuesta?
—¿Te pusiste la ropa interior? —Preguntó, llamando mi atención, respiré profundamente y asentí— ¿Quieres haces esto, o no?

Una vez más estaba sin palabras, era algo difícil de contestar, obviamente mi mente decía que si, al igual que mi corazón. Pero esto me había tomado por sorpresa, tan de repente que si contestaba ahora, quizá metería la pata.
—____ —me llamo y casi sonó impaciente.
—Quiero hacerlo, pero… —mi voz se desvaneció y lo miré— ¿qué pasa si hago algo mal? ¿Todo cambiará entre nosotros?

Él suspiro y me di cuenta que había dado en el blanco. Él no había pensado que sucedería luego de que nosotros tuviéramos algo, nosotros solo nos habíamos besado y nos distanciamos un poco.
—No lo sé, no lo había pensado —confesó y se levanto, ofreciendo su mano la cual tome con gusto, quedando frente a él, a escasos centímetros— ¿Pero que piensas si lo averiguamos? —pregunto susurrando, su aliento choco con el mío y sus labios prontamente atacaban los míos desesperadamente.
¡Cielos, sí! Obviamente quería averiguarlo.

Su lengua entro a mi boca sin autorización y me encontré perdida. Oh Dios ¿Qué tenía este chico que son solo respirar frente a mí me hacia perder la razón?
—¿Es eso un sí? —pregunto, beso a beso. Nuestros labios se movían con sincronía al igual que sus manos en mi cintura.
—Es un, claro que si —respondí, sin separarme de él. Sonrió sobre mis labios y comenzó a avanzar, recostándome en el sillón, repartiendo pequeños besos por mi cara y cuello.

Gemí y con las manos temblorosas comencé a tocarlo. Era realmente inexperta de acuerdo a esto, así que lo acaricie como pude.
—Estas haciéndolo bien —me alentó y sonreí contra su cuello— Iremos lento ¿vale? Cada cosa a su tiempo.

Asentí por su consideración y me ayudo a levantarme.
—Primero, tú me tocarás a mí y cuando estés lista, lo haré yo contigo ¿De acuerdo?
—De acuerdo —respondí en un murmuro.
—Comienza —dijo, sonriendo. Levanté una vez más mis manos y las coloque en su pecho, cubierto por una fina camisa.

Tantee y acaricie su pecho y abdomen con lentitud, disfrutando de este pequeño privilegio un rato, descubriendo cada pequeño secreto de su cuerpo.
—Desabróchame los botones —ordeno en un susurro jadeando, tomando mis manos y colocándolas en los obstáculos que me separaban del deleite de ver su tronco totalmente desnudo.
—¿Qué? —él rio roncamente con los ojos lujuriosos y se acercó una vez más a mí.
—Que desabotones mi camisa —repitió en un murmuro sobre mi boca. Asentí lentamente y trague grueso.

Desabroche el pequeño botón como él me lo pidió y pude ver una pequeña parte de su pecho. Oh Dios ¿realmente podría soportar esto?

Seguí desabotonando uno por uno los botones, dejándome ver la perfección de su abdomen.
—Sácala —pidió ahora y tome los bordes de esta, deslizándola lentamente por sus brazos— ¿Lista? —preguntó una vez que pude admirar por completo su anatomía, asentí— Ahora ve por los pantalones.

Mis ojos se dirigieron inmediatamente a los de él, aparte mis manos de su pecho y no podía respirar bien. Esto era un gran paso, un inmenso paso.
—No puedo —susurre— no aún —digo, con vergüenza, él asiente dándome una pequeña y hermosa sonrisa de comprensión.
—Vale, lo sé, dijimos un paso a la vez, iremos lento —murmura cálidamente. Tomando mi mano, poniéndola sobre su pecho una vez más.

Gemí ante el cálido tacto y mis dedos comenzaron a jugar con los pequeños y finos vellos de su pecho. Sus labios nuevamente toman los míos.

Sus manos se dirigen a mis brazos, causando un gran escalofrío en mí, y las quita inmediatamente dado mi estremecimiento. Asiento mirándolo para que siga y él lo hace, delicadamente acariciando mis brazos.
—¿Lista? —murmura, colocando sus dedos en el borde de mi camiseta. Me muerdo el labio, asintiendo.

La fina tela se desliza por mi piel lentamente y siento como el frío viento de la habitación me golpea. Tiemblo, debido a su mirada sobre mí.
—No me mires —murmuro, obteniendo su risa en respuesta. Sus ojos, mirándome como si fuera una delicada pieza de porcelana.
—Eres hermosa —susurra.

Admirándome, a mí, en una costosa y sexy lencería. Siento mis mejillas arder y mi primer objetivo son mis dedos sobre mi regazo.
—Eh —musita, levantando mi mentón con sus dedos— no te avergüences, eres la chica más hermosa y sexy que mis ojos hayan visto.

Él se inclina, riendo en mi oído, depositando pequeños besos en mi cuello, haciéndome estremecer.
—Ahora, iremos a la habitación ¿Está bien? —Pregunta y asiento, tomando su mano, siguiéndolo por el corredor, llegando a una masculina habitación— Recuéstate sobre la cama —me ordena y camino hacia la gran cama matrimonial, sentándome en la orilla de éste.

Mis cuerpo tirita con nerviosismo, viéndolo apoyado sobre el marco de la puerta, solo con sus pantalones, su perfecto y escultural abdomen a la vista y solo para mí. Es todo un Dios Griego.

Él camina hacia mí, parándose entre mis piernas, tomando con sus manos cada extremo de mi cara. Gimo al sentir la humedad de sus labios sobre los míos y por inercia, comienzo a acariciar su pecho, con la necesidad de sentir su piel sobre la mía.
—Los pantalones, ____, quítame los pantalones —pide en un susurro sobre mis labios. Sin pensarlo dos veces, mis dedos se van a la hebilla de su cinturón, deteniéndome allí un segundo.

Basta, *beep*. Es hora, deja atrás los miedos y sácale los pantalones.

Una gran respiración sale de mis labios, al bajarle la cremallera de ahora-su-molesta-pieza-de-tela. Repentinamente, me encuentro desesperada de que aquel gran obstáculo saliera de mi camino. Esta no era la parte difícil de la situación, comúnmente, hacia esto de maravilla, pero por una extraña razón, con él era todo lo contrario.

Sus pantalones ya abiertos. Una pequeña parte de sus bóxer se podían notar desde aquí y eso incremento aún más mis nervios.
—Tranquila —asiento, lo menos que puede decirme en este momento es que esté tranquila.

Inhalo una gran bocanada de aire y deslizo sus pantalones lentamente por sus piernas. Mi boca se abre de sorpresa e impresión y el aire se va de mí.

¡Dios Santo! Es inmenso.

Virgen a los 25Donde viven las historias. Descúbrelo ahora