Me llamó por mi nombre. 

—¿E-Eres un ángel? —balbuceé mientras un hilo de saliva caía por mis labios—. Yo no m-merezco ir al c-cielo con ángeles t-tan bonitos. —Caminé sobre el borde hasta llegar a él, solo aquel barandal nos separaba—. D-Debo ir al i-infierno, ¿sabes dónde q-queda? 

Él no respondió pero enseguida me atrajo hacia su cuerpo y, con mucho esfuerzo, logró pasarme al otro lado. Caí encima de un pecho agitado, sintiendo cómo varios dedos acariciaban mi espalda. 

—V-Vamos a casa —susurró agotado.

Maldición, parecía estar tan ebrio como yo. ¿Por qué quiso beber? ¿Él me siguió? No lo entiendo. Recuerdo cómo la culpa estaba destrozándome: necesitaba arreglar el daño que ocasioné, buscaba el perdón del niño al que maltraté. Estaba anhelando algo que nunca podría obtener, por eso fue más sencillo intentar desaparecer. Quise suicidarme en vez de enfrentar el problema. Entonces Miller apareció, tuvo la oportunidad perfecta para deshacerse de mí y no la tomó. 

—Tú me salvaste —hablo incrédulo, observando al rubio que luce más pálido de lo normal—. ¿Por qué?

—¡No es cierto! —grita asustándome, su rostro está sobre el mío. Parece perdido, como si no supiera qué hacer—. ¡Lo hice para destruirte yo mismo!

Él miente, sus manos están temblando. 

—¿Entonces por qué sonabas tan preocupado? —cuestiono acercándome, nuestras narices se rozan y Miller retrocede al instante. 

—Lo imaginaste —gruñe entre dientes.

—¿También imaginé que acariciabas mi espalda? —suelto. 

Me empuja con brusquedad, caigo al suelo sintiendo un dolor insoportable: creo que me doblé la muñeca. Noto cómo Miller se acerca, de inmediato comienzo a arrastrarme sin soltar las sábanas. Choco contra su cama, completamente aterrado. No puedo hacer movimientos bruscos, el ardor en todo el cuerpo me lo impide.

Quiero que esto acabe. 

—Déjame ir —tartamudeo.

—Debiste irte cuando te lo pedí —contesta inclinándose hacia mí, agarrándome del cabello. Un vacío inexplicable aparece, consumiendo mi ser poco a poco. 

¿Por qué me siento tan roto? 

 —L-Lo único que esperaba era ser tratado como una persona —sollozo sintiendo varias lágrimas caer—. Ingenuamente creí que no volverías a herirme de esta forma, ¿cómo puedes ser el tipo de monstruo que tiene sexo con personas a las que golpea? —Él suelta su agarre mirándome desde arriba, luciendo tan alto y fuerte cuando yo me siento tan humillado, patético. 

—Vete —responde sin emociones.

Consigo levantarme con mucho esfuerzo, intentando ignorar el dolor. Doy algunos pasos pero mis rodillas no soportan mi peso, caigo nuevamente. Miller exhala fastidiado, escucho cómo recorre nuestra habitación, al instante soy golpeado por varias prendas de ropa. Aprieto los puños, él me está tratando peor que a un maldito perro. Reúno toda la fuerza que puedo y vuelvo a ponerme de pie, caminando hacia el baño.

No pienso cambiarme nunca más frente a Miller.  

Soy una persona solitaria, nunca he tenido amigos reales y nunca creí que fueran necesarios, pero ahora no sabría qué hacer sin Kara

Йой! Нажаль, це зображення не відповідає нашим правилам. Щоб продовжити публікацію, будь ласка, видаліть його або завантажте інше.

Soy una persona solitaria, nunca he tenido amigos reales y nunca creí que fueran necesarios, pero ahora no sabría qué hacer sin Kara. El tiempo que pasamos juntos, más esa amistad virtual, fue lo que la hicieron tan cercana e importante para mí. En este momento es donde veo tan claro esto, su apoyo es totalmente incondicional. 

Hace unas horas su cabello rubio y lleno de mechas de colores estaba muy desordenado, en cuando me vio sus ojos se pusieron llorosos. Cuando salí de la mansión no sabía a dónde ir, el dolor de cabeza me estaba matando por culpa de la resaca y todo dolía. Lo único que pude hacer fue llamarla por el celular, no tardó ni un segundo en darse cuenta de que algo iba muy mal. Dijo que escuchó mi voz ronca y cansada (lo que la preocupó mucho), por eso es que al llegar a su hogar lucía tan desesperada. 

Ahora me encuentro en su habitación sentado en la enorme cama, es bastante agradable. Las paredes son de un violeta claro con líneas negras que se marcan en ellas como si fuesen raíces. Hay estanterías llenas de mangas y figuras de anime, todas perfectamente acomodadas. Tiene una gran televisión pegada a la pared, enfrente de esta hay un sillón repleto de cartuchos y discos de videojuegos. Es la habitación más otaku que vi en mi vida. 

Kara está junto a mí con un botiquín de primeros auxilios e intentando curarme lo mejor que puede. No me pidió explicaciones pero sé que debo decirle, ella esperaría que tuviese la confianza de contarle. Es obvio que Aaron me golpeó, aún así lo más obvio son todas las marcas en mi cuello que no son precisamente golpes. La estoy empezando a conocer tan bien que sé que no me presionará para que le diga algo, simplemente esperará a que esté listo y eso se lo agradezco mucho. 

Kara se aseguró de que nadie nos viera cuando me hizo entrar en su mansión, ya había venido aquí algunas veces antes. Cuando la vi por primera vez me quedé sin palabras, yo me imaginaba que sería como la mía (un estilo más moderno, actual) pero era casi lo contrario. Su estilo es más victoriano, la estructura tanto por dentro como por fuera es de esa época, y mezclada con mucha de la tecnología actual queda magnífica. Nunca dejará de sorprenderme.

 La familia de mi amiga es algo inusual también, no he tenido la oportunidad de hablar mucho con sus padres pero son bastante excéntricos. La madre, Adrienne Jones, es una agente reconocida en el mundo de la moda. Su belleza es tal que podría ser modelo si quisiera. Su padre es más bajito que ella, no tan agraciado, y por lo poco que lo he visto se ve que es un amor de persona. Bastian Jones es el que prácticamente crió a Kara, su madre siempre estuvo muy ocupada con el trabajo. Él es dueño de un restaurante bastante concurrido, elegante, también debería haberlo mantenido muy ocupado pero nunca le dedicó más tiempo del que fuera necesario. Ella me contó que de pequeña su padre la llevaba seguido a su trabajo para que pasasen tiempo juntos, le encantaba verlo cocinar y correr de un lado a otro. Me hubiese gustado tener un padre así. 

— Tu muñeca está completamente torcida. — su voz interrumpe mis pensamientos. — El vendaje que te puse es precisamente para esguinces, tal vez no sea necesario que vayas al médico. Y tu cuello... — suspira mirándome con tristeza. — Dominik, tengo mucho miedo por ti. 

Yo también tengo miedo.

— Lo sé, y no quiero que te preocupes tanto por mí. — le digo cabizbajo, incapaz de mirarla a los ojos. 

— ¿Cómo no voy a preocuparme? Yo sé que ves la gravedad de esto, no hay forma de no verla. — siento su mano acariciar mi hombro con suavidad. — Nunca te vi tan lastimado, tan roto, esta vez fue demasiado lejos. Dominik, él puede matarte. — deja de acariciarme. — Pero lo que más me preocupa es si... — vacila por un segundo. — Si te hizo algo más que no me hayas dicho. 

— Es complicado de explicar. — respondo sin saber qué decir.

 ¿Cómo le digo que me emborraché sin un mínimo de control, que gracias a eso casi me suicido y luego tuve sexo con un Miller ebrio? 

—Dominik, traté de cuidar mis palabras lo más que pude pero necesito saber esto con claridad para poder ayudarte. — comienza a hablar cautelosa, levanto la vista para verla a los ojos. — ¿Aaron te violó? 

Mierda.




Odio Profundo |BL| ©Where stories live. Discover now