𝐟 𝐢 𝐯 𝐞.

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Luzu se encontraba tirado en su cama mirando el techo, recordando perfectamente lo que su amor perdido le había dicho el día anterior en ese lujoso baño. 

Lástima que entendiste tarde que la vida no te ofrece dos veces a la misma persona.

La frase se repetía una y otra vez en su mente, y cada vez que lo hacía él sentía como su corazón se rompía un poco más. Claro que lo entendía, después de romper su corazón de esa forma tan cruel no iba a recibirlo con los brazos abiertos. Solo los tontos sin autoestima harían eso, y Raúl no tenía ninguna de esas dos características; todo lo contrario. Era un chico que siempre sabía lo que hacía, nunca se dejaba guiar por las emociones y tenía a medio instituto loco con su elocuencia e inteligencia. Él era el chico perfecto para él y para cualquiera que tuviese un par de ojos en la cara. 

¿Por qué lo abandonaste, Borja?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el zumbido de su teléfono. Sin demasiadas ganas, se sentó en la cama y atendió la llamada con un tono carente de brillo.

— ¿Si?

— ¡Luzu, compañero! — un chico saludó vigorosamente desde el otro lado de la línea, parecía estar andando por sus breves atropellamientos al otro lado de la línea.

— ¿Qué pasa, Vegetta? — su tono de voz trataba de ser alegre, pero le era imposible.

No podía fingir en esos momentos en los que su corazón estaba roto en mil pedazos. No porque no quisiese, sino que porque no era capaz. Vegetta notó su tono de voz apagado, y asustado y preocupado a partes iguales le preguntó.

— No voy a preguntarte qué tal estas porque lo sé perfectamente, así que... ¿qué te pasa? — Luzu iba a responderle pero su mejor amigo volvió a hablar.— Mejor hablamos cara a cara, voy para tu casa ahora mismo. Dame cinco minutos — y colgó, sabiendo que el dueño de la casa iba a rechazar su propuesta.

Con menos ganas que antes, Luzu se levantó para vestirse con algo medianamente decente. Tras ponerse un pantalón de chandal y una sudadera negra, se lavó la cara y se peinó un poco con los dedos. Cuando se estaba poniendo los zapatos, el de ojos morados ya estaba entrando a su casa con la copia de sus llaves que tenía en el patio delantero.

Samuel le miraba fijamente, analizando el desastroso rostro de su amigo. Solía ser brillante, una de las alegrías de Karmaland; ahora era oscuro, apagado. Lentamente se sentó junto a él en el sofá de su sala de estar y le dió un suave abrazo.

Luzu terminó de atarse los cordones y se miraron durante unos minutos sin decir nada hasta que Vegetta decidió romper el silencio.

— ¿Es por el chico de ayer todo esto?

Borja quería decir que no, que ese chico era pasado y que lo que le pasaba era algo más importante. Pero no era capaz de mentir a la persona que tenía frente a él, por lo que asintió cabizbajo.

» ¿Quién es?

— Auron.

Ante su respuesta, Samuel bufó.

— Reformularé mi pregunta, ¿quién es ese chico para tí?

Luzu no podía parar de mirar el suelo, si ya le dolía pensarlo, explicarlo no quería imaginarse como se sentiría. Su amigo, al notarlo, le apretó el hombro en señal de apoyo.

» Soltarlo te va a hacer bien, Luzu.

Se preparó mentalmente patra explicar todo lo que había ocurrido con ese precioso chico de piercing en la ceja. Antes de hablar, soltó todo el aire que tenía acumulado en los pulmones.

pasado común | luzuplay.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن