Un agradecimiento enorme a todxs los que me leen, les deseo lo mejor en su vida preciosa. Besitos, lxs amo un chingo!!!  

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Su cama asemejaba al jodido desierto, árida, rasposa y tan caliente que incluso se atrevió a mojar una toalla de baño por completo para acostarse sobre ella. Las contracciones disminuyeron demasiado horas atrás, reduciéndose a un par cada quince minutos.

El intenso dolor que paralizaba su cadera fue el culpable de cortar su sueño durante la madrugada. Respirar se convirtió en una tortura, tomando en cuenta los calambres en su pelvis y su entrada punzante rogando atención, su pene completamente duro, a pesar de que no exigía la misma atención que su entrada era doloroso.

El omega se retorció en la cama, lagrimeando un poco en frustración. Su celo inicio correctamente cerca de las dos de la mañana.

Todo su cuerpo estaba cubierto con una capa pesada de sudor, caliente y molesto. Y su pantalón de pijama absorbía todo el lubricante que su entrada expulsaba, pegajoso e incómodo. No dudo ni un segundo en introducir la mano a su pantalón, arrastrándola rápido por su ingle hasta sentir al tacto de sus dedos calientes al inicio de su hendidura manchada en jugo.

El cuerpo entero le vibro con el corto roce de las yemas frotarse cerca de su agujero, sus pezones dolían como el puto infierno. Intento aliviar la presión, apenas el suave apretón de sus dedos alrededor del botón marrón fue necesario para que las suaves gotas de líquido dulce y blanquecino resbalara por su pecho en un toque fino.

Louis cerro los ojos con fuerza, frotó sus dedos fuera de su ano, de arriba a abajo sosegando las punzadas continuas, su boca estaba seca, pero eso no le importo en ese momento. Ignorando su leve deshidratación y haciendo caso a las necesidades que su cuerpo gritaba introdujo dos de sus dedos sin cuidado dentro de él. Jadeo inmediatamente al sentirse tan caliente y con el maldito deseo de poder tener a alguien a su lado. Se retorció en la cama y lloriqueo, se penetro tanto como pudo, enterrando las uñas en las telas bajo de su mano libre, empuñando las sabanas.

La intrusión de sus dedos duro lo suficiente para sosegar el dolor de su cadera y poder moverse sin dificultad y recuperar su respiración rítmica.

Se alzo de la cama, gimiendo al compás de las ondas de placer que atacaban su pene erecto, maldijo tanto como pudo.

Volteo la mirada. En busca de la pequeña caja de condones, con las manos temblorosas y torpes la tomo intentando quitar el delgado empaque de esta.

—Ah, mierda, mierda. —se quejó cuando su glande rozo la tela de su pantalón y provoco una descarga nueva de lubricante. Mordió su labio y con el dolor entero y los temblores incrementando en ansiedad tomo la orilla y quito sus pantalones.

Como pudo y con descuido rompió el empaque de condones y tomo uno, rasgando la envoltura igualmente torpe y desesperado, porque mirar la colección de juguetes sobre su mesita de noche solo le causaba más deseo, el apuro por poder sentirse abierto, de sentirse más lleno, de tocar su próstata reiteradas veces hasta gritar y deshacerse en gemidos.

Casi podía llorar y rogar por ello.

Nunca necesito usar juguetes sexuales, desde su primer celo Louis siempre tuvo a su alfa con él, siempre atendido, siempre con la solución a la mano, siempre con un nudo que tomar. Y eso termino.

No tenía más a Owen y eso siempre le causaba frustración. Porque ahora tenía que estar encerrado en su habitación, solo e intentando igualar la sensación de una penetración real con cualquier objeto inanimado que no se acercaba en nada a una experiencia real con un alfa.

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