Capítulo 7

91 7 0
                                    

No era lo que esperaba.

No podía pensar con claridad, menos con las terribles decisiones que había tomado hasta ahora. Aun se encontraba cercas de la recámara de su madre, ni siquiera era capaz de alejarse por completo de la mujer que más estimaba; ahora era cuando más le necesitaba, ansiaba declarar sus actos errantes, pero se suponía que no debía hablar con nadie sobre los asuntos que se efectuaban detrás de todo este teatrillo.

Nada era capaz de sacarle de sus pensamientos, hasta que experimentó algo que al parecer ya le había ocurrido días atrás; dirigió su vista apresuradamente, específicamente a donde sentía aquel furtivo mirar. El remordimiento le destrozó, por más que quisiera mostrarse feroz e intrépido; no era capaz de ocultar lo dañado que su cargo de conciencia le tenía. Su vista comenzaba a nublarse y de un instante a otro fue como si un peso menos se hubiera desvanecido de su ser, no sentía más aquella opresión en su pecho, –al parecer, su acosador se había marchado– a pesar de eso su mente no le dejaba en paz; comenzó a sorber su nariz, elevó su mano y con su dorso limpiaba las lágrimas que por fin salieron sin su consentimiento. La responsabilidad que ahora cargaba en sus hombros también se sumaba a la causa; como el rey, debía de salvar a su gente, no obstante, este plan no estaba funcionando, nada estaba ocurriendo como acordaron. Dentro de los planes, se había hablado sobre matar a cierto número de asgardianos, pero Loki no era tan malvado, así que exigió que prometieran darles una muerte rápida y poco indolora; al igual, lo primordial e importante seguía sin ocurrir, –la llegada de Thor– los entes no respetaron lo acordado, la tristeza que sentía gracias a su conciencia y arrepentimiento, que al parecer sabía lo que era correcto y le juzgaba a más no poder, siendo diferente a lo que el travieso y curioso corazón experimentaba; ahora todo aquello se vio inundado por una rabia y furia implacable. Escuchó algunos caminares pesados, que pertenecía a esos seres azulados; Loki no lograba contenerse; el deseo por vengar las muertes de su gente, que eran más del número que habían acordado y que fueron ejecutadas de manera despiadada, no se iba por más que pensara las consecuencias que vendrían, si decidía acabar con este trato. Sus impulsos ganaron, a manera de reflejo al visualizar a los Jötunns, adoptó una posición para atacar y de sus manos aparecieron unas dagas, sosteniendo el mango con demasiada fuerza, rápidamente le clavó una al corazón de ese gigante y a los demás los dejó en un estado agónico.

De diferentes partes se escuchaban mascullidos, que iban incrementando hasta convertirse en alaridos de alabanzas y agradecimientos hacia los dioses por mandarles su salvación; ya no temían, gritaban importándoles poco si los monstruos los escuchasen, ya no se esconderían más, el final de los Jötunns estaba aquí.
Las ilusiones de Loki se vieron reanimadas por la poca gente que salía de sus escondites, dirigiéndose a las puertas a contemplar algo que les causaba mucha alegría; el rey logró escuchar frases que decían: “ha llegado”, “el Dios del trueno está aquí”. Sin importarle mantener el porte real, corrió como si fuera un chiquillo de nuevo; se detuvo a mirar lo que los demás vislumbraban y su rostro se iluminó.

Poco le duró el regocijo, supuso que debía acabar con esto y mientras más pronto, mejor; como era de suponer, su razonamiento le aclaró e incluso le mostró la situación en dado caso que, Thor descubriera la verdad; que el mismo fue el que buscó la ayuda en Jötunheim, también les ofreció el cofre de los antiguos inviernos y les dio rienda suelta a matar a cuantos quisieran. Su rostro se oscureció de nuevo, mantuvo su cabeza baja y con un semblante afligido se retiró de ahí. Loki sabía que todo se salió de control, sin embargo, no había vuelta atrás; había pactado esto y así iba a ser. Todo el reinado se sucumbía en agonía y los gritos reinaban por doquier, al igual que aquellos seres que deseaban el exterminio de aquella monarquía. Salió de ahí, afuera del palacio real, no creía lo que sus ojos presenciaron, fue lo peor; veía personas siendo congeladas mientras trataban de huir, para luego ser pulverizadas en un millón de fragmentos de cristal, lo único que le había detenido era su madre, pero, al mandarla lejos, ya no había nada que le impidiera acabar con esto.

Por fin arribó el Dios del trueno haciéndose sonar, Heimdall le dejó pasar, importándole nada el dictado de Padre de Todo, justo como lo planeó Loki y a pesar de lo que había hecho, todo marchaba como previó, mas esto no le hacía sentir bien, ver a toda esa gente muerta le afectó, se sentía débil y avergonzado por estar mostrando un acto tan simple de humanidad como lo es el llanto. Sus lágrimas no significaban la derrota, aun había guerreros que intentaban vengar a los muertos; así que arrastró hacia atrás sus cabellos que estorbaban su visión y reunió a cualquier hombre y mujer que quisiera dar su último aliento por defender su hogar e iniciaron con la masacre de entes azulados.
Al aterrizar, encontrar a Loki entre todo este caos fue lo primero que tuvo en mente y en el proceso, mataría a cada uno de los Jötunns que se topara en su camino. Ya había limpiado esa zona, lo cual le extrañó, pero lo que no sabía era que cada gigante había sido llamado para acabar con el rey Loki, ya que se había vuelto en contra de Laufey, tras haber rotó lo que juraron. El rubio continuaba con su búsqueda, sin encontrarlo; hasta que escuchó algo parecido a unos sollozos, que provenían de una de las salas de entrenamiento real, entró preocupado y le vio ahí; tan hermoso y dolido… era algo magnifico. Thor no había notado que su boca formaba una sonrisa genuina, que aun al verle triste, no le importaba si Loki pensara que su llanto era algo irrisorio para el atlético; porque no era así, al tener a esa persona privilegiada que cautiva su corazón desde hace una eternidad, estaba en un regocijo extremo que no podía evitar mostrar.

Thor comenzó a caminar en dirección a Loki —hermano —le llamó y al instante el nombrado volteó hacia su querido Dios, con sus mejillas humedecidas y lágrimas brotando de sus lindas orbes. —Thor —pronunció con su voz quebrándose cada vez más; el Dios del trueno estaba más cerca de su hermano pequeño, pero cada vez que daba pasos tratando de aproximarse, Loki retrocedía; Thor detuvo su andar y no comprendía la actitud de su hermano, el solo quería abrazarlo y hacerle saber que todo estaba bien.
— ¿Qué sucede, hermano? —tan solo dio un paso hacia delante y a modo de reflejo Loki dio tres hacia atrás; su respiración estaba descontrolada, sus ojos ardían, sus mejillas estaban calientes y húmedas. El Dios del trueno estaba más que preocupado, Loki ni si quiera era capaz de mirarle a los ojos tras la vergüenza que todo esto le causaba en su interior; su semblante pedía perdón a gritos, Thor pensó lo peor y rápido maquinó ideas erróneas y exasperado cuestionó —¿dónde esta madre?

El Dios de las travesuras guardó silencio, se veía meditativo y tras una larga espera comentó: —Madre está a salvo… la he mandado lejos; y no te preocupes, aun no es demasiado tarde para acabar con esto, me haré cargo de ello. Thor no parecía entender lo último que mencionó su hermano y no era porque fuera medio torpe, simplemente no entendía porque Loki sentía tanta culpabilidad sobre este ataque; él no tenía nada que ver en esto, no era como si él lo hubiese provocado ¿cierto?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 11, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Throne of agonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora