Si hay otra cosa que más odie en mi corta vida, además de las matemáticas, son los vestidos, y creamme que cuando digo que odio algo lo odio. Es que simplemente no son lo mío y tampoco quiero que lo sean; no como un cliché donde la protagonista ama los jeans y es tan pick me cómo puedes ser, más bien que me siento tan incomoda usando vestido, y aveces pienso que mis piernas parecen patas de gallina... Detesto recordar cada bendito 24 de diciembre en el que mamá me obligaba a usar uno, y para colmo uno rosado. Lo peor no era el vestido, era el color. Recuerdo que pateaba y pateaba, hacía unos berrinches, pero a mamá le daba igual. Ella decía "Si no te pones el vestido no habrá pastel" claro que para una niña de 7 años eso era el fin del mundo, más cuando el pastel era de chocolate, mi favorito
Eso resultó muy efectivo
Mi mente no se encontraría tan perdida entre estos pensamientos de no ser porque tengo que comprar un vestido casi como una obligación de Lily, y eso que llevarme a rastras de mi casa hasta el centro comercial fue solo la tarea sencilla, porque la difícil está en proceso. Eso hace que me repita a mí misma porqué no debo de aceptar invitaciones de extraños a fiestas, o más bien no aceptar retos con mi mejor amiga
Pero extraños como Ryan
Peor si es el chico que le gusta a tu mejor amiga
Los viernes no hacía más que verme un maratón de cualquier serie que me llamara la atención. Este viernes me tocaba ver never have I ever. Sí, tocaba, porque en el momento en el que a Lily me sacó a rastras de mi casa supe que era el día perfecto para ir de compras, según ella. Y además cabe mencionar que en unos días es la dichosa fiesta y quiere que luzca fantástica, o toda una diva como suele decir, pero ¿Qué tiene de malo ir en jeans? Nunca hagas esa pregunta frente a Lily o aparecerás en el noticiero de las ocho. Yo lo hice y juro que aún me pregunto cómo es que sigo viva
Repito, nunca.
Su emoción por esa fiesta es increíble, tanto que no deja de hablarme de ella. Al parecer sigue en una especie de burbuja con Ryan, y no tengo dudas de que cree que algo pueda pasar en esa fiesta.
Estamos en la quinta tienda del día y ya estoy agotada. Aún no encuentro nada que me guste y sé que tampoco lo haré. Lily me muestra un vestido por tercera vez en la tienda, es azul oscuro, aunque sea uno de mis colores favoritos (el negro siempre irá de primero) tiene mucho escote y es demasiado corto para mí gusto. Lily quiere cumplir una misión imposible. Okay. Quiero aclarar algo: lily es una chica con una energía muy fuerte. Tengo una ecuación para que entiendan a qué se debe mi obediencia y no les dará espacio a más dudas
Lily+energía= destrucción masiva
Le pondría "el Lilycan" o "hurlycan"
No hay nada de que quejarse si por lo menos sé sumar. También soy bien creativa con los apodos.
Nada queda mejor que dejar a Lily así porque odia cuando la llaman por su nombre completo
-esta es la quinta tienda del dia y tú nada- hace una mueca- ya me duelen los pies de tanto caminar.
-lamento que no me gusten los vestidos, pero sabes que no son mi estilo. No tengo la culpa de eso
–de hecho, sí es tu culpa, Maya
Miro hacia los lados haciendo de cuenta que no escuché nada. Y acabo de darme cuenta que repetí la palabra vestidos dos veces seguidas. Y así de traumada estoy. Ahora estoy en la parte difícil de tener amigas como Lily y lidiar con cierto glamour que no tengo
-bien. Como digas.- hace un gesto con la mano- De igual forma sabes que tienes que elegir uno, ¿no?
No espera mi respuesta y sigue hablando. No es como si yo esperara que me dejara hablar. No es, casi nunca lo es
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Mi estúpido playboy
Teen FictionAbi tiene dos cosas claras. La primera, se niega a pasar su último año como todos los demás. Segundo, tiene a alguien en mente para ello. Para su surte o desgracia, ese alguien está dispuesto a ayudarla, aún a cambio de algo que parece ser un miste...