IV

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El otro día recordé la última vez que lloramos juntos.

¿Por qué los seres humanos no lloraremos más?

¿No hemos aprendido como se reseca la tierra cuando le falta la lluvia?


Los inviernos siempre me enseñan.


Y a veces son lecciones tan duras que las meto en cofres y las escondo en el armario.

Porque tal vez a los monstruos que viven hay también les sean útiles.

Y tal vez si las ignoro el tiempo suficiente cuando me equivoque podre alegar ignorancia.


Pero ahora está lloviendo.


Y no puedo evitar pensar en la última vez que lloramos.

En cómo el mundo debe sentir esa misma paz tras una lluvia.

Ese mismo silencio donde antes solo resonaban los gritos.


Sentimientos catatónicos.


¿Por qué no lloraremos más?

Mi ventana se empaña y siento un deseo irrefrenable de salir a caminar.

De salir bajo esa lluvia para sentir el agua correr.


Entonces lloraremos juntos.


El cielo, la tierra y yo.

El alma y el cuerpo.

Lloraran por mí y llorare por ellos.


Y en aquel ritual pagano purificaremos nuestros caminos.


Tal vez incluso saldrán mis demonios a unirse.

Tal vez danzaremos todos juntos.

Al compás de las gotas de lluvia.


¿Cuándo aprenderán los humanos cuanto bien hace llorar?

Invierno para llevarМесто, где живут истории. Откройте их для себя