1

584 53 21
                                    

"Sea lo que sea que ocurra, dejaré todo a la suerte, otro desamor, otro romance fallido, sin parar...Por dentro mi corazón se rompe, pero mi sonrisa todavía permanece. El espectáculo debe continuar."










Hana corría deprisa por las calles de Konoha con destino a la torre Hokage, luego que un Anbu se presentara en su casa para indicarle que el Hokage solicitaba su presencia dentro de una hora en su oficina.

Para su mala suerte, se quedó dormida sobre el sofá de la sala debido al cansancio causado por la última misión que tuvo. De no ser por su abuela que la despertó para que hiciera las compras de la semana, habría dormido hasta el día siguiente.

Una vez frente a la puerta de la oficina del Hokage, inspiró y exhaló fuertemente tratando de regular su respiración. Abrió la puerta sin tocar y entró.

"Hola, Hokage-sama. Lamento la tardanza pero un gato negro se cruzó en mi camino y tuve que ir por el camino largo." Se excusó nerviosa haciendo una pequeña reverencia.

Escuchó risas a un lado de la habitación, y pudo observar a Kushina tratando de ocultar su risa tras su mano. Al lado de ella estaba Minato, a quien le caía una gotita por la frente y su mirada era en blanco. Hana le sonrió nerviosa. Tras haber sido parte del mismo equipo de genins, y conocerse durante muchos años, él ya no creía sus excusas.

"Ya veo." Dijo Hiruzen fumando su pipa.

"Lo sabía, Dattebane!" Exclamó Kushina alzando el puño. "Te toca cocinar la cena, Minato."

Hana los miró confundida.

"Kushina apostó que dirías la excusa del gato negro para tu tardanza." Explicó Minato sonriendo. El corazón de Hana dio un vuelco.

"En cambio, Minato dijo que dirías que estabas ayudando a alguna anciana." Comentó Kushina.

Hana bufo. "Son de lo peor." Se cruzó de brazos.

"Oh, vamos, Hana, no te enojes." Pidió Kushina alarmada. "Puedes venir a cenar con nosotros." Ofreció.

Hana lo pensó. ¿Pasar tiempo con sus mejores amigos? La respuesta era un sí definitivo.

Aunque tiempo atrás la respuesta habría sido diferente, pues para su corazón fue difícil verlos iniciar una relación, haciéndole difícil estar con ellos. No porque fueran una pareja melosa, ellos no necesitaban serlo para demostrar lo mucho que se amaban. Bastaba con ver la manera en la que se miraban, y la complicidad que compartían.
La manera en la que Minato le sonreía a Kushina, le provocaban un nudo en la garganta. Minato miraba a Kushina como si fuera lo más hermoso del mundo.

Kushina era el mundo para Minato, y viceversa. Eran perfectos juntos.

Hana no podía hacer nada contra ello.

A veces, le era inevitable que la embargara la culpa por albergar en su corazón sentimientos más allá de la amistad hacia Minato, su mejor amigo y esposo de su mejor amiga.

Con el paso de los años aprendió a vivir con el dolor y la culpa, pues no quería alejarse de ninguno, después de todo eran sus mejores amigos, y se alegraba que fueran felices.

Prefería sufrir en silencio y tenerlos en su vida, que sufrir en silencio y sola.

Albergaba la esperanza que en algún momento sus sentimientos desaparecieran o al menos disminuyeran.
Pero hasta ahora, ninguna de esas dos cosas habían sucedido.

𝔘𝔩𝔱𝔦𝔪𝔬 𝔖𝔲𝔰𝔭𝔦𝔯𝔬|Minato Namikaze|Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz