1

38 0 0
                                    

No comprendían.

¿La herida y el trato la habían hecho olvidar?

¿Su lado salvaje había tomado tal control de su cuerpo que ya no era ella?

Pero si así era... ¿Por qué la anciana y Shaky sí podían pasar al templo? Al igual que muchos que quisieran rezarle a Kodoku. Solamente ellos no podían, ¿por qué?

No querían odiarla, sabían que un motivo tenía para hacer eso. Ya sea por ella misma o porque no recuerde nada. Tanto el dios de la calamidad como la diosa de la pobreza temían, temían lo peor. Que su lado salvaje hubiera tomado total control. En ese caso, todo en ella estaba perdido.

Por otro lado, en la vida de Kodoku (porque así se llamaría ahora), su vida peligra a cada día y cada que pasaba, en más peligro se encontraba.

Después de lo ocurrido con Bishamon, ella acabó con una herida bastante grave y como el trato no finalizó con una muerte sino con un abandono por parte de Kodoku, acabó con una tremenda maldición en su pecho que cada día avanzaba más y más, cada día un poco más insoportable, más fuerte, más invulnerable.

Miyuki, por suerte, se convirtió en un Tesoro Sagrado cuando murió por la vida de Kodoku, eso le otorgó unas habilidades extra, las cuales una de ellas era curar la maldición a su ama y compañía. Pero no bastaba, Miyuki era una vulgar principiante en curación y la maldición cada día se hacía más inmune a su poder.

Kodoku prohibió la entrada a otros dioses y Shinki porque no conocía si la maldición era contagiosa, solo no quería peligrar al ajeno. Sus tesoros estarían bien, ellas eran inmunes, puesto que dieron su vida y darían su vida por su ama, la maldición solo atacará al más débil corazón.

¿Cómo no ser débil?

Descubrió que su madre estaba viva, abandonó a su amado, a su otra mitad. Sentía la soledad, sabía que la maldición jamás tendrá cura y que lo que hacía Miyuki era retrasar lo inevitable, Kodoku moriría corrompida tarde o temprano, pero si era tardío, ellas, los tesoros, acabarían corrompidas también y con suerte, una muerte rápida. Pero ellas lo sabían, aceptaron su final, solo querían ver vivir a su ama, no perdían la esperanza.

Los tesoros de Kodoku tenían tremendamente prohibido salir del recinto de su templo, lo último que quería era que ellas buscaran ayuda a alguien y se enterase del estado de la diosa, no quería eso.

Dejaba pasar a cualquier humano, porque ahora más que nunca necesitaba que alguien le rezara, necesitaba fuerzas y solo podía conseguirlas así. Pero pocos eran quienes se atrevían a rezar a una diosa tan temida y poderosa.

Shaky, la pequeña niña capaz de ver a los dioses y Shinki, no había día en el que ella no estuviera en el templo, siempre iba, siempre rezaba y siempre jugaba con todos.

Pero esto no se queda así, ni mucho menos. Tarde o temprano alguien se revelará y saldrá de aquel lugar, tarde o temprano vendrán a por Kodoku su pasado más odiado, tarde o temprano tendrá que afrontar todo ella sola...

Puede que este sea su final, puede que jamás volvamos a saber de Akane.

La Shinki KodokuWhere stories live. Discover now