Abandoné la camioneta apenas llegamos, probablemente Omar y ella no pudieron ver la escena. Mateo y Angel están aquí, siendo testigos de este trago amargo. Quiero esconderla para que nadie pueda mirarla con lástima, como Angel la está mirando, odiaba que me miraran así y odio que la miren así porque esta no es Giselle.

—No lo sé —respondo sin detenerme a conversar, me dirijo al estacionamiento para subir a la camioneta. No necesito comprobar que vienen detrás de mí.

Omar se encarga de llevarnos a la casa, Angel se adueña del asiento del copiloto, Keals va a mi lado, aprieta sus puños hasta que los nudillos se le ponen blancos. Pongo mi mano sobre la de ella y le doy un apretón, ha estado molesta conmigo, pero sé que está preocupada. Me da una mirada cargada de angustia, ella siempre ha sido tan empática con la gente.

Se inclina hacia mí y extiende su mano, cepilla el cabello rojo, pero Giselle no reacciona.

—Todo va a estar bien, Gi —susurra.

Angel mira por encima de su hombro, hay pesar en sus pupilas, me sorprende su actitud, ya que a él no le agradaba Giselle. En segundos vuelve a centrarse en la calle.

Omar estaciona y yo bajo con ella en brazos, voy directo al baño. Se mueve con violencia, primero pienso que es porque me quiere lejos, sin embargo, se agacha y levanta la tapa del inodoro para vomitar. Me apresuro y le hago una coleta improvisada para que el cabello no le estorbe. Cuando termina jalo la cadena y obtengo una toalla húmeda, quiero limpiar su boca, pero ella me la arrebata y lo hace por su cuenta.

Se pone de pie, sus piernas temblorosas hacen que pierda el equilibrio, la sostengo.

—Ven, siéntate aquí —le pido tan pronto bajo la tapa del baño.

Suelta un suspiro y se deja caer en el asiento improvisado. Me muevo por todas partes buscando las cosas que he visto que Kealsey usa, una bolsa de algodón y esa botella con el líquido que le quita el maquillaje.

Mojo el algodón y realizo un viaje por su rostro, lo hago con mucho cuidado para no asustarla. Sus párpados se cierran y sus labios se entreabren, había un pequeño ceño fruncido que comienza a desaparecer.

El maquillaje se va, las pequitas aparecen, las acaricio con los pulgares, sus párpados revolotean al sentir la caricia.

—Déjame ayudarte a tomar una ducha, no quiero que te caigas o te resbales.

Asiente. Empiezo a creer que me deja hacer todo esto solamente porque está bajo los efectos del alcohol.

Modero la temperatura para que esté calentita. Giselle me deja sacarle el vestido, dejo su ropa interior y le ayudo a entrar a la regadera. Sus dientes castañean, encorva la espalda, temo que salga corriendo, se ve asustada y no entiendo la razón. No puedo controlar mis emociones, mis lágrimas salen al verla así, es como si se hubiera congelado por dentro. Solo la toco cuando se tambalea y dejo mis ojos fijos en los suyos. Ella se encarga de limpiarse con movimientos lentos, soy paciente, no me importa lo que demore.

Tardamos más de veinte minutos, al terminar la cubro muy bien con una toalla, enredo otra en su cabello y la llevo a mi habitación cargándola. No hay nadie en la sala, cosa que agradezco. Se queda sentada en el filo de la cama mientras busco ropa en mis cajones. Encuentro unos pantalones de franela y una camiseta, también le ofrezco uno de mis calzoncillos para que no use sus bragas mojadas.

Me doy la vuelta, pues creo que necesita privacidad.

—Ya —dice con la voz ronca.

Al girarme veo que se está quitando la toalla del cabello, la deja en el suelo y se deja caer en la cama, agotada. Me encargo de recoger todo, dejo su ropa interior y el vestido en el bote de la ropa sucia, al igual que las toallas. También tomo un cepillo de Kealsey y regreso a la habitación.

Maldición Willburn © ✔️ (M #1)Where stories live. Discover now