Segunda parte de SIPHON - Es necesario haber leído la primera parte para entender su trama.
Milla se ve obligada abandonar Beacon Hills y viajar a Nuevo Orleans para encargarse de viejos y nuevos enemigos que amenazan su seguridad y la de alguien es...
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*El GIF no tiene nada que ver, pero se ve demasiado hermosa. Así que solo disfruten la belleza de Milla*
Ninguno de los presentes se explicaba como no lo habían notado mucho antes.
En uno de los pasillos laterales estaba sobre una mesa lo que parecía un hombre sin cabeza al que la sangre le brotaba como cascada hasta el piso, sosteniendo sobre la cabeza que posaba en sus piernas una charola con cloche. A los laterales del cadáver decapitado había otro par de cuerpos desmembrados colgando de los bordes de la mesa.
Para muchos una escena de lo más perturbadora y desagradable, pero los vampiros la veían más como una invitación a un delicioso buffet de sangre fresca.
–Ahora sé quién era la misteriosa chica que los ayudó a salir el día del desfile –comenta el brujo al ver la coincidencia de la charola en ambas situaciones. Pero el vampiro al cual se dirigía no le respondió.
Los dos vampiros y ambos híbridos se acercaron hasta le mesa con las venas resaltando alrededor de sus ojos y los colmillos sobresaliendo de su dentadura, atraídos por el delicioso olor de la sangre que brotaba de los cuerpos y los invitaba a probarla de forma hipnótica como si llevaran meses sin probarla.
–¿Qué hacen? –La psicóloga se levanta nerviosa, cuestionando a los chupasangre que parecen poseídos.
–Nick... No toques la sangre. –Kol intenta llamar a su hermano con cautela –Será mejor que se aparten y no toquen nada, esa sangre esta hechizada.
Desde las alturas, Milla observa con atención a su hermano más joven mientras intentaba apartar a los vampiros de su regalo, pero ellos estaban demasiado sumidos en el exquisito olor que esos cuerpos desprendían.
Sí, la mayoría de las brujas usa ese hechizo para atraer vampiros a su muerte, por eso no lo culpaba de desconfiar.
Pero esa no era su intención, de hecho, era una ofrenda para apaciguar las aguas y que se relajaran un poco. Hasta ella estaba estresada por los gritos del híbrido.
