7. Talismán

523 57 0
                                    

RILEY.

El callejón estaba vacío y el aire era, por supuesto, muy frío, después de todo estábamos en Canadá, no era tan frío como en casa, pero tenía lo suyo.

Este clima y esta oscuridad eran el manto perfecto para que ciertas criaturas deambularan en las calles, buscando victimas, proveedores o simplemente diversión.

—Riley—dijo Harry con intención, por supuesto que ya estaba tenso.

Esa era la forma de ser de Harry, siempre tenso, siempre con un pie en la orilla del barranco, nunca saltando a él.

Precavido quizás era una buena palabra para describirlo.

—Shh—le indiqué, llevándome un dedo a los labios.

Los ojos de Harry siguieron la trayectoria y yo le dediqué una sonrisa burlona, aunque para mis adentros, debía admitir que posiblemente tenía tantas ganas de besarlo como él a mí.

Quizás si lo besara esta noche.

—No me shh, tú—protestó, pero moduló la voz—¿Que hacemos acá afuera? Adentro está caliente, hay alcohol y buena música, ¿no podríamos divertirnos como gente normal por una vez?

Lo miré con intención y él soltó un largo suspiro y alzó las manos al cielo, parecía estar dándose por vencido y al mismo tiempo rogándole a los espíritus que me fusilaran con un rayo.

¿Qué sentido tenía divertirnos como gente normal? Nosotros no éramos gente normal.

Teníamos una responsabilidad, sí, pero esto era más que nada un regalo.

Y a los regalos había que sacarles provecho.

El brujo al que le había estado echando el ojo salió del bar poco después, justo como me esperaba.

Tenía el cabello peinado de forma que las puntas de los mechones se alzaran sobre su cabeza, de un verde neón tan intenso que habría sido posible divisarlo a tres cuadras, no pude evitar preguntarme si el efecto habría sido conseguido con mucha laca y tinte o si era un toque de su magia.

Caminé hacia él a paso rápido, y Harry, por supuesto, me siguió, aunque podía notar su tensión.

—Relájate—le susurré—si te nota nervioso complicarás las cosas.

—Claro, ¿Cómo no me voy a relajar estando en un callejón oscuro con un tipo que puede convertirnos en una lata de sardina?—dijo con sarcasmo.

—tranquilo, principe Harry, le pediré que te convierta en una lata de manzanas en conserva si eso prefieres.

—Ja, ja—replicó—basta no te vayas a mear de la risa.

Me di la vuelta para ocultar la sonrisa de mi rostro y me aproximé al brujo, quién ya nos estaba mirando con atención.

—Hola—lo saludé animadamente, como si se tratara de un viejo amigo.

Dejé que sus ojos, que tenían pupilas en forma de estrella, me escanearan lenta y detalladamente. En cuando la sonrisa tiró de sus labios, supe que podría hacerlo colaborar.

—Hola—respondió con cortesía, tenía la voz mucho más profunda de lo que esperaba—¿Qué hace una joven Lycan por aquí? Este no suele ser el tipo de lugar que...ustedes frecuenten.

Me eché el cabello para atrás juguetonamente, lista para responder, cuando Harry se me adelantó.

—Sólo buscábamos un poco de diversión mundana, nada más—me pasó un brazo sobre los hombros—pero alguien es demasiado conversadora para solo quedarse adentro.

FROZENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora