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Enrollado por mantas de piel, Jesper revisaba su correo de hace días, que llevó consigo cuando tuvo que volver a su puesto postal para recoger más prendas y poder quedarse más tiempo con Klaus. Estaba recostado en el vacío colchón, tentado a usar el abrigo del mayor que descansaba en una silla. Sentía que estaba en el cielo, porque no había forma que algo tan lindo le estuviese pasando.

Pero estaba ahí, oscilando entre la primera palabra de la carta que Alva le había mandado, esperando a que Klaus vuelva con el desayuno a la cama como prometió, sintiéndose más cómodo que cuando estaba entre sus sábanas de seda.

Leyó la carta, y tras decidir llevarle un juguete a Márgu para que lo perdonara, sonrió ante la mera idea de Alva preocupándose de tal forma por él. Ella no mostraba mucho afecto, así que eso era lo más cercano que tendría a un "te quiero, me importas", y estaba bien por él.

Comenzó a responderle en la misma cama, sin importarle que la tinta pudiese manchar el colchón, sabía que Klaus no se molestaría con él y para ser honesto, tampoco es que su mente estuviera funcionando lo suficientemente bien como para recordar que la tinta manchaba.

Pronto escuchó pasos subir las escaleras, dejó la carta secar en el suelo junto a la cama y se sentó a esperar que Klaus se acercara con la bandeja llena de pan, queso y café. Cuando la dejó en su regazo, se acercó a besarlo por lo que era la milésima vez desde que despertaron, y es que Jesper necesitaba recordar que todo eso era real, y el mayor no tenía problema en hacerlo.

—Te amo— murmuró Jesper, apenas separaron sus labios.

Sus frentes estaban juntas, Jesper mantenía los ojos cerrados, la mano de Klaus sujetaba su mejilla y se sentía igual, si no mejor, que la primera vez que lo hizo.

—Te amo— Klaus repitió, antes de besarlo nuevamente.

Dear Alva, I think I'm in love ;; klausperWhere stories live. Discover now