La historia del pasado: el primer beso.

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—Si, pero también a no hablar con desconocidos —alcé la cabeza y nuestras miradas chocaron bruscamente. Ella giró su cuerpo hacia mi, apoyando su espalda en el lavamanos y cruzándose de brazos—. No quiero ser borde, pero no es el mejor lugar para ser amiga de alguien, sinceramente.

—¿Quién ha dicho que quiero ser tú amiga?

—¿Quién es la borde ahora? —la chavala sonrió con gusto, mostrando sus dientes—. Eres Natalia, ¿verdad?

Tuve aquellas ganas repentina de ignorarla, pero al final me decanté por mantener una conversación con ella.

—No confirmaré ni negará eso.

—¿Y quién lo hará? ¿Tus abogados?

—Puede ser —me levanté del incómodo lugar que ocupaba mi trasero—. Aunque podrías decirme tu nombre primero y yo podría pagarte de la misma manera.

Ella carcajeó y negó con la cabeza ligeramente.

—¿Trato? —inquirí.

—No, no hay trato.

Gruñí algo molesta por la situación tan rara y desesperante que me estaba regalando la chica de los ojos de gata.

¡Con lo tranquilita que estaba yo!

—... No hay trato porque yo sé que te llamas Natalia —Prosiguió ella, levantando las dos cejas a la vez—. Natalia Lacunza.

—¿Cómo estás segura?

—Porque lo pone en tu libreta —me guiñó un ojo, lo cuál calentó mis mejillas—. Pero para hacerte feliz, te revelaré mi nombre —alargó su mano hacia mi, esperando que nos diéramos un apretón—. Me llamo Alba Reche.

—Pues no ha sido ningún gusto conocerte —apreté su mano con la mía. Ella me regalo una pequeña sonrisa y yo, incapaz de enfadarme más, se la regale también—. Eres un espanto siendo sociable.

—Y tú haciendo cumplidos, maja.

Nuestras manos se mantuvieron unidas más tiempo de lo normal, y cuando fuimos conscientes de ello, las reacciones fueron distintas: Alba intentó soltarse, pero yo mantuve la mirada fija en su mano.

—¿Nunca has visto una mano?

—Me gusta el anillo que llevas —comenté—. ¿Eres fan de Queen? —Solté su mano y le volví a dirigir mi mirada.

La sortija era de plata y tenía grabado el logo del grupo de Queen, parecía que habían puesto mucho esmero en aquel grabado.

—¿Quién no lo es? —una sonrisa sincera se amplió por mi rostro—. ¿Ahora si es un gusto conocerme?

—Un poco... eres la primera persona, de mi edad, que le gusta Queen.

—Pues te morirás cuando te cuente que mi gata se llama Queen, un honor a ellos y a que es una reina.

—¿Enserio? Molas.

Me pegué mentalmente por el cumplido, pero no había más palabras que me salieran en aquel momento.

—Oye, ¿y por qué no estás en clase? —preguntó, volviendo su cuerpo frente al espejo, y mirándome a través de el.

—Te hago la misma pregunta.

—Pedí permiso para venir por un problema "de chicas" —se encogió de hombros—. Cuando le dices eso a un hombre, ya pasan de saber más. ¿Y tú?

—No quería aburrirme en clases de física, así que aquí estoy.

—Pues un gusto Lacunza, me marcho ya.

Volverte a ver - AlbaliaWhere stories live. Discover now