Llevaba toda la vida entrenando alejada del resto de niños con singularidades porque, según mi padre, la que yo poseía era peligrosa. Estuve quince años sin tener ni un solo amigo, solo un objetivo en la vida: llegar a ser una heroína.
Por eso, a l...
-Yo tengo que irme por aquí.-señalo la calle que lleva a mi casa.-Gracias por haber hecho el camino más agradable. Me lo he pasado muy bien.-le sonrío con sinceridad.
No dice nada y pierde su vista unos instantes en el cielo. Hago lo mismo. Está oscureciendo. Debería darme prisa o se hará de noche antes de que logre llegar.
-Te acompaño. Se está haciendo de noche.-dice entonces, volviendo a mirarme.
-Oh, no te preocupes por eso. No es necesario.-digo, sorprendida por su ofrecimiento, o más bien, por la idea que acaba de tomar. No me desgarada, al contrario, no se lo tendré que decir dos veces si sigue insistiendo.
-No me quedaría tranquilo si dejase a una chica volver sola cuando e hace de noche. Venga.-camina hacia mí y me da un leve empujón en el hombro para decirme que empiece a caminar.
Sonrío y lo sigo. No puedo negarme a esto. ¿No se quedaría tranquilo? Esas palabras resuenan en mi cabeza una y otra vez, y no soy capaz de hacer que no me ilusionen. Mas por otra parte, algo me dice que lo habría hecho con cualquier otra chica. ¿Qué narices me está pasando? ¿Consecuencias de estar quince años sin un mísero amigo? No tengo ni idea...
Las calles están muy vacías por esta zona, oímos a la perfección cualquier sonido, por muy leve que sea, ya que un silencio nos rodea, pero yo no lo llamaría incómodo. O quizás sí.
-¿Vives muy lejos de aquí?-pregunta entonces.
-No mucho, no te preocupes.-lo miro, con una leve sonrisa. Me encantaría decirle que si quiere puede irse, pero no soy capaz.
-No me preocupo, tranquila, simplemente era curiosidad.
No soy capaz de identificar por su tono de voz si lo dice en serio o no. Tampoco me importa ahora mismo. Lo único que cubre mi mente es que me está acompañando a casa, y yo no se lo he pedido. Eso me basta.
-¿Y tú? ¿Vives muy lejos de esta zona?-digo, tratando de sacar un tema de conversación.
-No, posiblemente a cinco o diez minutos andando.
-Entonces somos vecinos.-le sonrío, alegre, y provoco que esboce una minúscula él también.
-Eso parece.
Durante el resto del trayecto, a penas hablamos, y mi corazón se oprime cuando veo que estamos a escasos tres metros de mi casa. Y, efectivamente, como él había predecido, ha oscurecido lo suficiente.
-Aquí vivo.-digo, con una enorme presión en el pecho.-Mil gracias por acompañarme, Todoroki. Espero que no haya sido una molestia.
-Para nada. Puedes estar tranquila. Y no es necesario que me agradezcas, yo me ofrecí.
-Lo sé, pero te has molestado en venir, y no tendrías por qué haberlo hecho. Gracias.
Le sonrío con eterna sinceridad, y él me devuelve el gesto. Me despido rápidamente y abro la verja de la casa. Camino sujetando con fuerza las asas de mi bolsa y saco las llaves del bolsillo para abrir la puerta. Cuando entro, antes de cerrar, me fijo en que sigue ahí mirándome.
-¿Ocurre algo?-le pregunto, por si acaso.
-Tranquila, solo quería asegurarme de que entrabas en casa.
-Gracias, eres muy amable.-le sonrío, muy agradecida y con miles de sentimientos recorriendo mi cuerpo, antes de cerrar la puerta y suspirar profundamente.-¿Qué acaba de pasar?-me auto pregunto, en voz baja.
Escucho los pasos lentos de mi padre acercarse desde la cocina, y a Afrodita mauyar mientras su cascabel suena.
De pronto, aparece delante de mí la hermosa gata blanca que me regaló en mi decimotercer cumpleaños, bostezando y alzando su cola.
-Hola, pequeña.-la saludo dulcemente.
Mi padre aparece entonces con las manos en los bolsillos y cara de cansado. Afrodita se sube a sus hombros y se enrosca al rededor de su cuello, como tantas veces hace.
Lo miro a los ojos, esperando que me diga algo como has llegado tarde o ¿piensas ponerte a entrenar a estar horas?.
Pero no dice nada, y no sé si es bueno o malo. Sus ojos llenos d ojeras se clavan en los míos y me observa con dureza. Es decir, como siempre.
-Hola, papá.-digo, en voz baja.
-¿Te lo has pasado bien?-dice, en tono cansado y neutro a la vez.
-Sí.-miento. Lo único que me ha gustado, ha sido la vuelta a casa.
-Así que el hijo menor de Endeavor te ha acompañado hasta casa...
-El...¿hijo de Endeavor?-frunzo el ceño, confundida.
-Shoto Todoroki. ¿De dónde crees que viene su apellido?
Me paro a pensar unos instantes. Es cierto. El verdadero nombre de Endeavor, es Enji Todoroki. No había caído en eso. Estaba demasiado centrada en él.
-Ya veo...no me había dado cuenta...-contesto, murmurando, y camino lentamente por el pasillo en dirección a mi cuarto.
-Pensé que te darías cuenta nada más verlo.
-Sé a dónde quieres llegar.-lo corto.-Ahora vas a decirme que no me di cuenta porque estaba cegada por su apariencia, ¿verdad?-y, aunque haya dado en el clavo, no tengo pensado admitirlo delante de él.-No me di cuenta porque no me fijé y no me molesté en fijarme.
-Y no te lo recrimino. Pero espero que sepas, ____, que es la primera vez que socializas. No confundas los sentimientos reales con la atracción sexual.
Las mejillas se me enrojecen enseguida, y me sorprenden sus palabras. Sé lo que trata de decirme y soy consciente de que se ha dado cuenta de cómo miraba a Todoroki. No quiero hacerle ver que tiene razón para que me lo restriegue. Le gusta conocer mis puntos débiles para usarlos a su favor si es necesario.
-No te confundas tú. Ves donde no hay.-replico, molesta, y camino a mi cuarto seguida de Adrodita, quien entra justo antes que yo.
Cierro la puerta de un portazo y me cambio para salir a entrenar un poco al jardín. Al fin y al cabo, es la única manera que tengo ahora mismo para despejar la mente al completo.
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Lpm casi 2 meses sin actualizar :'U Pido perdón, juro que nunca me atrasé tanto en una actualización;,-,; Trataré de subir más seguido. Uno cada semana, o cada dos, no sé, quiero ponerme al día con esta historia :'D
