Harén

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—¿un joven de las tierras de Cyberty?—cuestiona Kiyoshi luego de escuchar el reporte de Fausto

—Así es mi señor. Lo conseguimos en el mercado de esclavos. Sus vendedores nos dijeron que lo adquirieron cuando era un niño, ahora es un joven perfecto para el matrimonio.

—demasiado tiempo—sugiere Kiyoshi— rodeado de esclavos y mercantes...,me cuesta trabajo imaginar que alguien no haya yacido con él antes.

—igualmente tenemos nuestras dudas. Kyoko se lo llevó al Harén, me imagino que lo pondrán a disposición de Emma o Aoi.

—me parece bien, no hay nadie que sea adecuadas para la educación de alguien nuevo que ellas.

—como usted diga mi señor. Ellas son buenas maestras, además de que estará lista para el cumpleaños de su majestad.

—de igual forma, me gustaría conocer al chico.

Fausto y Genome se tensaron por la confesión de su rey.

—mi señor...tengo que advertirle que cuando vea al chico, no haga comentario alguno ni conjetura, tal vez se lleve una gran sorpresa.

Kiyoshi se quedo meditando por la advertencia.

—acaso tiene algo en especial este nuevo chico.

—es más que eso, tal vez sea una nueva oportunidad para que los errores del pasado se enmienden.

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Los harenes han tenido la fama de ser sitios repletos de mujeres deseosas de satisfacer a los hombres que entrasen, un lugar de lujuria y placer, donde los hombres gozarían de la carne y otros toques...Que tan falso era aquello. 

Esos fueron los primeros pensamientos del joven que recién había ingresado a aquella parte del palacio. Los ojos verdes observaban a hombres y mujeres cada uno sumergido en alguna actividad. Ya sea bailando, leyendo, dibujando, pintando y una simple conversación entre ellos. Distaba por completo de aquel sitio que algunas veces escuchaba entre los mercantes sobre los harenes y dejaban volar su imaginación. 

Así como todos en el palacio, vestían con recato, portando con pequeños broches en los mechones de cabellos y un sutil maquillaje que realzaba su propia belleza, aunque le causaba gran curiosidad en ver a algunos portando un velo semi transparente que cubra la mitad del rostro, él clara mente podía ver que eran hombres entre las mujeres.

¿Acaso ellos eran diferentes a los hombres que custodiaban las puertas o aquel par de hombres que los trajeron al palacio? ¿Porque esos jovenes tenían que vivir con ellas, mientras otros tenían prohibido ingresar o mirar a las personas en su interior?, ¿Que clase de lugar acaba de ser traigo?

Se quedo a un lado de la pelirroja quien caminaba con porte y gracia, todos los presentes bajaron la cabeza en señal de respeto por la presencia de Kyoko. Algunos hicieron una reverencia, mientras las mujeres y algunos hombres con velo inclinaban ligeramente la cabeza sumisamente. 

La pelirroja mira con atención a todos los habitantes en la habitación. El poder de ser reconocida como una de las personas más cercana a los reyes y el heredero le daba algunos privilegios en la corte. Era momento de pagar toda la ayuda que le dio su rey en su momento.

—Emma, Aoi—exige la pelirroja.— un paso al frente.

Entre los presentes salen al frente  dos chicas, una de ellas de tal belleza que cualquiera quedaría boquiabierta. A pesar de ser muy notoria la diferencia de edades ambas chicas vestían un largo vestido que cubría sus piernas, el corsé envolvía por completo la cintura dan dele forma  y el escote un tanto revelador mostraban un poco sus proporciones. Una de ellas poseía una cabellera larga que llegaba a la cintura, una peculiar variante de rosas combinaban a la perfección con el color rosa de sus ojos, en contraste con su joven compañera quien posea una cabellera hasta la altura de la espalda, castaña con un par de ojos cafés.

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