Changed My Mind |Larry Stylinson|

Especial de navidad 1/2

Diciembre 16.

Las calles de Inglaterra están repletas de nieve, al igual qué de luces, adornos y canciones navideñas adornando casi cada rincón.

Casi toda persona qué ves caminar, porta una enorme sonrisa en su rostro. Hay risas por aquí, risas por allá. Todos están contagiados del tan famoso espíritu navideño.

Pero así cómo hay felicidad, tan bien hay nostalgia, melancolía y tristeza...

Por ejemplo, en la casa de los Tomlinson, dónde se encuentra un pequeño ojiazul qué mira hacia la chimenea con una expresión de tristeza en su rostro.

Hace cuatro meses qué había comenzado a vivir con su novio en una pequeña casa que ambos comenzaron a rentar con las ganancias de sus trabajos, como una prueba de lo que sería estar casados. Habían acordado que luego de terminar la universidad, se realizaría la tan esperada boda qué ya se había prolongado demasiado. Y a pesar de qué estaban a tan sólo seis meses de concluir con sus estudios, todos los planes se habían venido abajo en tan sólo minutos.

Es por eso qué ahora el castaño mira fijamente la leña convirtiéndose en carbón, pero su mente no está pensando en nada más qué en cierto rizado. Sus ojos se llenan de lágrimas y mira hacia su mano, dónde ya no se encuentra el anillo de compromiso que le fue entregado dos años, seis meses atrás. Un puchero aparece en sus labios, sin siquiera darse cuenta de ello. Su cabeza da miles de vueltas tratando de encontrar una respuesta a sus dudas pero no la hay.

Y en medio de esa turbina de pensamientos, una pequeña voz lo distrae de su tan triste situación.

-Lou -La pequeña, ya no tan pequeña Doris, mueve el brazo de su hermano, quién parece haber estado muy distraído-. Jenn te busca

-¿Eh? -Es lo primero qué sale de sus labios al mirar a su hermanita, quién lo mira con algo de tristeza en su rostro-. Digo, si, déjala pasar, cariño

La pequeña asiente y da brinquitos hasta llegar a la puerta, dejando pasar a la rubia y cerrando la puerta tras ella.

-Gracias linda -La rubia le sonríe a la pequeña qué le regresa la sonrisa y sube las escaleras corriendo.

Jennifer mira a su amigo sentado en el sofá frente a la chimenea, suelta un suspiro y hace un gesto de tristeza antes de caminar hacia él. Toca su hombro con delicadeza al tiempo qué toma asiento a su lado. El castaño la mira y sin decir nada más, la abrazo, comenzando a llorar entre los brazos de su mejor amiga.

La rubia no hace más qué acariciar la espalda de su pequeño amigo y susurrar a su oído qué todo va a estar bien.

No sabe exactamente cuánto tiempo ha transcurrido, cuándo Louis se decide a parar de llorar y mirar a Jenn.

-¿Estás mejor? -Pregunta, acariciando el cabello del castaño qué asiente, limpiando con la manga de su suéter, las lágrimas qué aún quedan en sus mejillas-. Tienes qué decirme qué ocurrió

-No sé, eso es lo peor Jennifer, no tengo idea de qué ocurrió, cuando me di cuenta él ya estaba atravesando la puerta y yo estaba sin el anillo en mi mano -Dice con desespero en su voz-. Hace ya una semana de la pelea y no me ha buscado -Sube sus piernas al sofá y las abraza, hundiendo su rostro entre sus rodillas.

-Lou... Pero, ¿Por qué pelearon? Siempre han tenido peleas estúpidas pero nada realmente importante, aunque, por lo que veo, ésta vez si estuvo fuerte...

-No sé, el llegó algo enojado del trabajo y así fue como comenzó -Murmura, sin despegar su rostro de entre sus rodillas-. Nos dijimos cosas horribles y todo terminó mal, ahora ya ni siquiera habrá boda