Ellos pueden hacer cosas como proyectar imágenes, pero no creo que puedan manipular mentes a su antojo.

—Siento decir que fue obra tuya —bufa.

—Claro —ironizo. Pero estoy dudando.

¿Por qué de repente sueño con un demonio que no conozco, y esa silueta de pie a mitad del campo que trajo sedimentos de Calev?

Nada tiene sentido.

Me repito que pudo haber sido la pluma, habiéndome mostrado que Raisa corre peligro y algo se expande en el interior de mi pecho.

—¿Qué fue lo que viste? —Se aleja hasta la arista de la habitación en la cual la oscuridad se concentra más, de modo que tan solo puedo escuchar su voz y los pasos que lo llevan a través de la húmeda estancia.

—¿Estoy aquí para hablarte de mis pesadillas? —ironizo—. ¿Desde cuándo los demonios son tan considerados?

—¿Pesadillas? ¿Qué pasa, ángel? ¿Acaso tienes miedo? —pregunta y trago saliva—. ¿Qué fue lo que viste? —Quiero pensar que es por obra del cansancio y el dolor, que a veces escucho su voz un poco distorsionada—. ¿Qué viste que fue capaz de elevar tu ritmo cardiaco?

Su palabra penetra en mi mente, gruesa y potente, como si hablara a través de un micrófono.

—¡Deja de intentar jugar con mi mente! —amonesto, cerrándome ante cualquier intento de asalto.

Y de repente lo tengo en frente de mí. Luce enardecido, sus ojos frenéticos arden de rabia.

—Entonces habla, o déjame entrar. ¿Qué fue lo que viste? —puntualiza su última pregunta en señal de advertencia.

Sonrío cuando creo deducir a qué se debe su inesperada locura.

—¿Tan importante es saber en dónde diablos se encuentra Calev?

Silencio absoluto.

Sus ojos me sostienen la mirada. Su insoportable apariencia de humano calmado se esfuma por completo, y es solo verdadera cólera lo que ahora diviso.

—No tienes idea de lo que podría ser capaz —gruñe entre dientes.

—Me importa una mierda.

De repente la puerta se abre con violencia, y Prince entra como un poderoso huracán. Se acerca a mí, y en sus ojos veo arder sus intenciones.

—Estamos hablando, Prince. —River suelta con desagrado, pero Prince lo ignora y se dirige a mis espaldas.

—No es el momento, Samael está en la tierra.

—¿Qué carajos? —River pone en evidencia la misma pregunta que, al mismo tiempo, se acaba de formular en mi cabeza—. Eso significa que ya nadie custodia el infierno. Los demonios vendrán junto con él.

Un segundo después, siento una corriente de dolor que conecta cada uno de mis nervios y articulaciones. Prince acaba de tomar mis alas con sus repulsivas manos.

—¿Qué crees que haces? —increpo, tratando de volver la vista sin conseguirlo en realidad.

—Traer a Calev de regreso —confiesa.

—Todo este tiempo... ¿Tú supiste en dónde se encontraba? —River luce más sombrío cada vez.

—Calev jamás salió del infierno.

—¿Podrías ser más claro?

—Cuando se llevaron a Raisa, Drac planeó que nos involucráramos con los ángeles de tal manera en la que pudiéramos cuidarla en silencio. Ellos no habrían de buscarnos en su propio escondite, eso fue lo que pensó. —Hace una corta pausa—. Así que al final, siempre estuvimos con ella, yo en el hotel, habiéndoles cedido resguardo a cambio de trabajo, y ustedes en el instituto, vigilándola a la distancia.

Amando la Muerte ✓Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang