Capítulo 13.

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No volví a verlo después de ese día, y no porque no quisiera, en realidad era lo que más quería en el mundo, era porque todo me tenía muy atareada. Hacer maletas-que ya no eran muchas por mi berrinche- ocupaba todo mi tiempo, el poco tiempo que me quedaba lo usaba para pelear con mi papá para evitar irme, pero no logré nada, días después ya estaba montada en un avión... O mejor dicho, estoy montada en un avión. No estaba de humor, estaba alejándome cada vez más de todo, y no tenía a quien contárselo, no podría decirle al señor que estaba al lado de mí: Sabe, estoy muy triste. No quiero ir a Londres, estoy dejando a mi novio, que no podrá venir porque está siendo perseguido por todo el mundo cuando debería ser yo a la que persiguen.

No sé cuantas horas pasaron, pero para cuando llegué el Sol iluminaba todo de una manera molesta para mí. El niño que viajaba con el señor quería ver mientras el avión aterrizaba, pero me puse los audífonos e hice caso omiso a las suplicas del niño de que abriera la ventanilla, el niño terminó haciendo un berrinche que duró hasta que nos bajamos del avión.

Recogí mis maletas y una azafata-de voz nasal e increíblemente molesta- me siguió hasta que me dejaron con mi tía-otra mujer plástica, de voz nasal, rubia de tinte e increíblemente operada-. Ella me llevó a un carro-posiblemente regalado de su amante- y me hizo subir sin decir palabra. Luego de que entró y se puso el cinturón-luego se retocó el maquillaje, bajo las ventanillas, bajo su escote y subió su falda-, puso el coche en marcha. 

-Entonces, Jane- dudó un poco al decir mi nombre, pero como vio que no rechiste continuó hablando-, ¿cómo te sientes?- ¡claro! se me había olvidado que era psicóloga.

-Bien- terriblemente mal. Me provoca hacerte chocar y morir en un accidente de tráfico.

-Creí que te costaría más cambiar de hogar.

-No-  obviamente que me cuesta, quiero volver a casa y abrazar a mi novio.

-¿Por qué tan fría?-soltó una risa.

-¿Por qué tan puta?- se calló de inmediato y la que sonrío ahora fui yo.

Llegamos luego de otros cinco minutos a una casa inmensa. En el jardín de enfrente estaban varios chicos fumando-quién sabe qué- y en cuanto llegó el carro hicieron caso omiso. Mi tía  bajó y caminó hacia la maletera, allí sacó las maletas mientras que los chicos le miraban el culo y yo me quedaba dentro del auto. Cuando por fin me digne a salir y me dirigí hacia las maletas, los chicos dirigieron su mirada a mí, y luego preguntaron a un chico- que supongo es mi primo- cosas como "¿ella vivirá aquí todo este tiempo?" o "hombre, vendré a tu casa más seguido".

Arrastré las maletas hasta la entrada y allí me recibió un hombre-supongo que era un sirviente o mayordomo- para llevar mis maletas. Me guió hasta una habitación que tenía vista hacia el jardín delantero, en el que los chicos fumaban. Me eche en la cama y me quedé mirando el techo un rato, como si en él estuviese grabada toda mi vida.

-Hola- escuché en la puerta y me senté al instante para ver a un pequeño niño en la puerta.

-Hola- respondí y él entró, tenía un carro de juguete en sus manos y estaba vestido como uno de esos niños de la televisión.

-¿Eres la prima sexy de la que hablan allá abajo?- asentí extrañada y el niño me extendió su mano- Yo soy Max.

-Pues, hola, Max- estreché su mano-, yo soy Jane.

-Adiós- dio la vuelta y salió corriendo de la habitación.

Me miré en el espejo del baño. No tenía nada de sexy, era un fideo. Bajé las escaleras y me encontré a mi tía en la sala de la casa revisando su teléfono con una sonrisa en el rostro.

-Oh, Jane- me sonrío superficialmente-, Max me ha dicho que ya te conoce- asentí-, pues vamos a presentarte a Daniel.

Daniel terminó siendo el chico que creía. Era regordete, bastante pálido-aunque tenía las mejillas rosadas-, el cabello rubio ceniza y los ojos castaños oscuros. Era el típico chico que se creía malo y popular, pero terminaba siendo de los menos conocidos de la escuela. No me sentí para nada recibida en la casa.

Esa noche los papás de Daniel y Max salieron, así que quedamos al cuidado de Max, que se quedó dormido casi instantáneamente luego de tomar un vaso de leche con chocolate. Era incómodo estar con Daniel, no se si era porque él solo miraba mis pocos atributos, o si por su cara de pervertido psicópata. Me levanté del sofá de la casa para ir a la cocina, pero mientras iba al pasillo que llegaba a la cocina-por ese pasillo también estaba la puerta  principal- alguien me detuvo. Sentí como apretaban mis muñecas para que no escapara, y luego como me pegaban a la pared y comenzaban a besar mi cuello. Me batí intentando escapar, pero era un fideo, y mi atacante, que obviamente no era otro que Daniel, era dos o tres veces más grande que yo.

Escuché la puerta pero él hizo caso omiso y siguió besándome. Comencé a gritar esperando que la persona tras la puerta me ayudará, algo que sucedió, vi como la puerta cayó al suelo y tras ella entró Jack. Una oleada de emoción me recorrió de pies a cabeza. Vi como Daniel caía al piso y sobre él estaba Jack, golpeando repetidas veces su rostro. Me quedé paralizada, no sabía que hacer o como actuar, solo me quede helada mirando la escena que había armado Jack.

-¡Nunca más toques a mi novia!- le gritó y se levantó. Jack me aprisionó contra la pared y me besó con fuerza.

-T-tu eres el asesino...- dijo tembloroso mi primo, Jack asintió y él salió corriendo a la cocina, perseguido por Jack y Jack perseguido por mí.

Al llegar a la cocina Jack buscó entre las gavetas mientras que Daniel llamaba a la policía. Cuando por fin Jack encontró un cuchillo lo encajó en la cabeza de Daniel-algo que no me dolió ni nada-, pero allí estaba yo, arruinando el momento. Tomé el teléfono que reposaba junto al cadáver y lo llevé a mi oído, escuchando el típico "la policía va en camino", para luego comenzar a escuchar las lejanas sirenas que acaban con la felicidad.

Maratón 3/3 (¡Casi llegamos a los 2k!)

¿Qué es la muerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora