Sin reglas ni principios 2

31. Sinners ~ Parte 2.

La manera en que dijo mi nombre, la manera en que pronunció aquel apodo. Con tanta seguridad e intencionalidad, mirándome fijamente a los ojos de esa manera que siempre había sido tan suya. Tan animal y a la vez tan humana, tan llena de pasión y devorándome de un solo vistazo. Solo fue necesaria esa pequeña palabra para que mis manos se entrelazaran tras su cabeza, llevándolo hacia mi para besarlo. 

Sus labios se abrieron desesperados y su lengua se abrió paso hacía la mía en caricias agresivas que me hacían quererlo tener más cerca. Sus manos se deslizaron por mi torso mojado, trazando el largo de mi espalda en un suave rasguño que hizo que mis sentidos se activaran y un leve gemido saliera de mi boca, aun sobre la suya. 

Se separó de mi, dándome el tiempo suficiente para recuperar algo de mi respiración y logrando quitar su camisa, totalmente empapada. Su torso quedó expuesto de inmediato y cada músculo torneado no demoró en resaltar tras las gotas de agua y de sudor mezcladas sobre su piel. 

Me dedicó una sonrisa autodidacta, completamente consiente de que apreciaba su figura y llevando una de sus manos hacia mi cabello, deslizó sus dedos entre mis mechones, finalmente enredándolos al final y tirando de ellos para hacer que le mirara. 

Gruñó al escuchar un nuevo gemido salir  y comenzó a dejar húmedos besos desde la comisura de mis labios hasta llegar a mi mandíbula y bajar por mi cuello, tirando de su agarre cada vez que intentaba seguirle con la mirada, obligándome a abandonarme en sus caricias. 

En un ágil movimiento, su mano libre se deshizo de mi sostén, justo a tiempo para el momento en que sus labios se posicionaron sobre mis pechos, trazando su propio camino hasta llegar a uno de mis pezones. Rozó sus dientes contra él, comenzando un morisco que terminó en su lengua al recorrer su contorno, justo a tiempo para que mis manos se aferraran a sus hombros, rogándole que continuara. 

Un nuevo gemido precedió el momento en que succionó, logrando que mis uñas se clavaran en su piel y esa vez fuera él quien gruñera, enviando vibraciones por todo mi cuerpo y provocando que mi espalda se arqueara en placer. Su mano libre, por su parte, continuó recorriendo mi piel hasta llegar al borde de mis bragas y sin preámbulo alguno entró en ellas, dando paso a que sus dedos se posicionaran en mi entrada, estimulando en el punto exacto para hacerme perder la cordura. 

El sonido de mi voz resonó por la habitación cuando sentí sus movimientos, lo que le dio paso a volver hasta mi rostro y recorrerlo con detalle, esbozando una sonrisa complacida.

—No sabes cuanto deseaba causar esa expresión— soltó con una voz algo ronca y terriblemente sensual, enterrando su rostro en mi cuello y con la siguiente maniobra de sus dedos, deshaciendo su agarre en mi cabello y dejando que mi espalda se arqueara en placer.

Mordisqueo el lóbulo de mi oreja al cambiar la posición de sus mano y sin pensarlo dos veces, introdujo dos de sus dedos , logrando que mi aliento se perdiera por completo. 

Mi agarre en sus hombros se intensifico al notar que había comenzado a succionar la piel de mi cuello para acompañar sus movimientos, causando que las sensaciones en todo mi cuerpo colapsaran una y otra vez en corrientazos desde mi vientre bajo, con cada embestida. 

Mi respiración era escasa para el momento en que volvió su rostro para mirarme, el sudor bajando por el suyo y sus pupilas totalmente dilatadas, envueltas en lujuria. 

— Ryan yo...— Estampó su boca sobre la mía, robándome un rápido beso y evitando mis palabras. Se separó apenas lo necesario para hablar, justo cuando sentía que mis piernas no daban lo suficiente como para mantenerme parada y negó un par de veces retirando su mano.

—Aun no preciosa — gruñó, consciente de que unos segundos más me hubiesen llevado al delirio, y enseguida prosiguió a quitarse el pantalón y con él los boxers, dejándome ver que no estaba bromeando cuando dijo que se estaba conteniendo.