⎡³⎦‣ "a sus ocho y nueve años"

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La vida de esta dulce joven nunca fue algo fácil, desde antes de su nacimiento hasta la última vez que vió a su padre, su madre fue constantemente violentada por él. Cuando las dos lo abandonaron y se fueron a vivir con su abuela, comenzaron a recibir amenazas de violación, secuestro e incluso muerte. La madre decidió inciar un nuevo comienzo yéndose hacia el único otro país del cual manejaba el idioma: Corea.
A las semanas de su primera mudanza la madre logró arreglar todo para escaparse del país, entre esas cosas falsificar la firma del padre para facilitar su escape. Y con arreglar todo, incluye el papeleo de la nueva escuela de Sana, una con sectores especiales para extranjeros y una nueva y gran casa cerca de su centro educacional.
Como se sabe, los países asiáticos, sobre todo Corea del Sur, se caracterizan por ser muy nacionalistas y discrimadores. Para Sana no existió excepción, sufrió bullying por varios meses tan solo por sus orígenes. Era la única chica en el sector de extranjeros -de tan poca edad-, sus días eran tan grises puesto que no entendía muchas cosas. La primera: el porqué se habían ido de su preciada Osaka, segundo: extrañaba a su padre -a tan corta edad era incomprensible haberlo abandonado, ella claramente no tenía idea por todo lo que tuvo que pasar su madre- y tercero: ¿por qué la soledad la perseguía?.

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Su última pregunta tuvo respuesta el día que una linda joven de pelo negro y flequillo golpeo la puerta del salón principal, "Hola soy Momo y soy nueva" soltó sin más en coreano.
Ese mismo día supuso que ella sería la única compañera que tendría en ese salón en su vida.
A la vez su madre la fue a retirar temprano porque "le tenía una sorpresa" y para su -pésima- suerte, esta sorpresa era una chica de apellido Hirai.

"Sana, te presento a Momo, aunque supongo que ya se conocieron por ser las únicas pequeñas extranjeras. Ella es hija de una de mis amigas de la infancia, con la que perdí contacto, pero ahora me pidió hacerme cargo de su niña hasta la secundaria, porque ella debe arreglar muchos asuntos pendientes de su vida y no es seguro que Momo la acompañe en el camino. Lamento no haberte avisado antes pero tenía miedo de tu reacción y bueno simplemente llegó el día. Van a compartir habitación para que sus lazos se forjen más rápido, ya está todo hecho."

Sana se sintió pasada a llevar por la mentira -no tan mentira de su madre-, pero finalmente todo esto era para mejor, ahora tiene una acompañante, que por cierto era muy hermosa.

Su primera noche juntas se acercaba y Momo estaba muy nerviosa y callada. Sana trata de hablarle pero esta no le responde, la menor se acerca y le toca el hombro para que le ponga atención.

SA: ¿Estás bien?

No hay respuesta.

SA: Hey si tienes algún problema, dime y te ayudo.
MO: (susurra) Tengo ansiedad.
SA: Eh eh-h, ¿qué es eso?
MO: Son miedos intensos por situaciones normales. Me preocupa un poco porque me dan muchas pesadillas en la noche y no quiero asustarte a ti.
SA: Ay! No te preocupes, tengo una idea. Mientras tratas de dormir yo te cuento una historia.
MO: ¿Qué historia?
SA: La primera historia que leí en coreano, se llama el gigante bonachón. Sofía era una niña de 9 años, muy curiosa pero tímida. Ella no tenía ni madre ni padre y vivía en un orfanato de Inglaterra. No tenía muchos amigos y le gustaba estar sola.
Un noche ella no podía dormir, y se asomó a la ventana. Y vio algo muy grande, era un gigante.
Ella se asustó y creyó que el la dañaría, pero el fue tan amable que la llevó hasta su mundo, le contó secretos sobre este, ya que gracias a sus enormes orejas era capaz de escuchar todo lo que las personas hablaban, ¿puedes creerlo? Lo más increíble no era eso, sino que podían oír a los corazones hablar. Ellos podían volar si tomaban una bebida especial y correr muy rápido por sus largas piernas.
El gigante era tan especial que no leía cuentos, sino sueño, los que caza. Gracias a los sueños que lee el gigante Bonachón, Sofía podía dormir tranquila y sin pesadillas.
En el país de los gigantes, también hay malos. Uno de ellos quería dañar a todos los niños y niñas del planeta. Pero para eso estava el gigante bonachón, quien lo enfrentó y con ayuda pudo pararlo. Desde entonces, los gigantes decidieron esconderse en su mundo. Pero yo sé una cosa que muchos no saben: de vez en cuando, dejan entrar a alguna niña, para contarles todos sus secretos.

Cuando Sana termina su historia muy orgullosa e inspirada, mira a su compañera que yacía en un profundo sueño. Suspira y dice al aire "ahora yo seré tu gigante bonachón, Hirai Momo"
Desde ese día la menor se hizo una promesa a si misma, "ayudar a Momo hasta que no necesite más cuentos para dormir tranquila" y así su repentina idea se volvió costumbre para la pareja por los siguientes años.

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A la semana la creatividad de Sana estaba muriendo y su cerebro también, puesto que se estaba esforzando en leer cuentos en coreano pero su corto año de aprender el idioma no le daba mucho abasto. Así que decide pedirle un favor a su madre para poder ayudar a Momo.

Ese día después del colegio, la mayor deja a la contraria atrás porque echaron una carrera para que la última en llegar a la habitación fuera "huevo podrido". Sana no participó para así llegar con su sopresa tras los brazos.

MO: ¿Qué tienes ahí?
SA: Cierra los ojos.
MO: Listo.
SA: Extiende tus brazos.
MO: Okey. ¿Que es esto?
SA: SOPRESA! Ahora podrás dormir tranquilamente.

Momo deja caer el peluche y se lanza sobre Sana para darle un emotivo abrazo, mientras le lloraba y le agradecía infinitas veces.
Se convirtió inmediatamente en su peluche favorito y lo llamo Bearing; en honor al apodo que le puso Sana -Momoring-.

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Los llantos de Momo despertaron a Sana en medio de la noche, prendió su lámpara y le habló dulcemente para tranquilizarla.

SA: ¿Qué pasa?
MO: Dejé a Bearing en el auto de tu madre.
SA: No te preocupes, ven aquí (palmea su cama)

Momo se acerca rápidamente y se acuesta donde indicó la menor, luego la tapa. Se pega aún más para darle un abrazo y le acaricia el pelo.

SA: ¿Estás mejor?
MO: Gracias.
SA: ¿Por qué?
MO: Por cuidar de mi.
SA: No es problema, ¿has oído hablar del cuento de la liebre y la tortuga?

Sana no escucha respuesta y se percata que la mayor ya estaba durmiendo envuelta en ella y sus inocentes caricias.

Last Chance - ¿Samo?Where stories live. Discover now