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«La Luz es fácil de amar, mejor muéstrame tu oscuridad







James





Muchas veces he visto la seriedad en diferentes personas, pero el rostro de Lunático siempre ha sido uno de los mejores.

La de estos momentos es una de las peores.

¿Qué por qué esta . . .? Fácil.

Quedó así después de contarle lo que habíamos escuchado Canuto y yo en el pasillo.

— Peter, pasa el jugo de manzana.

Colagusano lanzó la botella y al atraparla la lancé a Lunático, bueno, a su cabeza para ser exactos.

La atrapó sin dificultad, al menos sus reflejos estaban bien.

— ¿Ya estás bien Rem? — Inquirió Sirius acostado mientras sostenía . . . ¿una novela?

— ¿El mundo está por acabarse? — Solté mirándolo — ¿Por qué está leyendo una novela romántica? acaso . . . ¿¡Sabes leer!?

Sirius me mostró su dedo corazón, junto a su sonrisa arrogante.

— Lunático . . . ¿Vendrás con nosotros?

Remus se quedó pensativo por un momento, queriendo agregar suspenso.

Soltó un suspiro, cansado. — Es mejor ir con ustedes — Soltó resignado, sonreí burlón — ¿Qué? Alguien tiene que cuidarles el pellejo — Espetó risueño.

Miré a Canuto con una sonrisa de lado.

El cucho lanzó su libro por los aires, para levantarse de golpe. Extendí mi palma en victoria y la chocó con la suya.

— Ni se emocionen — Espetó Remus, acusador — Voy con ustedes, par de idiotas, para qué no hagan ninguna locura — Advirtió con recelo.

Que se engañe si quiere, todos sabemos lo mucho que le entusiasma una lucha clandestina, aunque dijera aquello, en el fondo le gusta romper las reglas.

— ¡Chicos! voy a la cocina, traeré algo para celebrar — Exclamó Peter de pronto.

Asentimos, con o sin excusa igual se iría a la cocina.

— Canuto — Pronuncié solemne. — Paga.

Extendí mi mano para qué me pagara los diez galeones, con una sonrisa de autosuficiencia.

Me miró con desdén. — Eres un maldito tramposo, Cornamenta.

— Tal vez, pero un tramposo con más dinero. — Exclamé burlón.

Lunático nos miró a ambos, interrogante.

— En el camino James apostó a que dirías que sí, yo obviamente aposté que no — Soltó Canuto murmurando por lo bajo, Luni negó divertido.

Me acerqué a mi baúl, de los bolsillos de mis vaqueros saqué la snitch del colegio. — Lunático . . . ¿En dónde dejaste el mapa?

Remus señaló su cama, me acerqué y lo cogí.

Sempiternamente InefablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora