Algo le jaló sus pantalones y cuando agacho la mirada se encontró con la versión pequeña de Nezuko que tiraba de ellos para llamar su atención.

—¿Eh? ¿Qué pasa? —preguntó Inosuke nervioso por la mirada fija que le dedicaba Nezuko.

—¿Nezuko? —Se escuchó en el fondo la voz de Tanjirou que sonaba confundido.

La pequeña lo observó un largo rato y después solo levantó las manos como si pidiera algo. Inosuke no sabía por qué pero su instinto le dijo que era lo que quería la pequeña demonio. Posó sus manos en la parte inferior de su máscara de jabalí y se la retiró de la cabeza, solo para ponerla después en la cabeza de la pequeña pelinegra.

—Está bien secuaz número tres, puedes usar la máscara del rey de la montaña.

—Parece que le gusta tu máscara, Inosuke —dijo Tanjirou mientras veía como su hermana giraba feliz en el suelo con la máscara de Inosuke.

—Maldición me estoy aburriendo de esperar ¡y tengo hambre!

—Podemos jugar mientras llega Zenitsu —sugirió Tanjirou mientras doblaba sus rodillas entre la yerba donde estaban sentados.

—¡Si! ¡¿Cómo es?! ¡Voy a ganarte! —exclamó emocionado el chico de largas pestañas.

—Es sencillo, diremos una palabra y tienes que decir lo primero que se te venga a la mente.

—¡EH! ¿Y qué chiste tiene eso?

—Vamos, será divertido, podemos empezar con colores para no complicarlo. Empieza tú, dime una palabra, la que sea.

Inosuke se quedó meditando, arrugando sus delgadas cejas negras. Su expresión cambió y sus ojos se abrieron cuando se le ocurrió algo.

—¡Montaña!

—Hogar —respondió de inmediato Tanjirou—. Mi turno, amarillo.

—Monitsu.

—Es Zenitsu, pero entendí tu punto.

—¡Mi turno, mi turno! —vitoreó con los ojos brillosos —. Negro.

—Carbón. En mi familia solíamos vender carbón. —Tanjirou meditó un rato y dijo—. Cálido

—Tú —respondió de inmediato Inosuke y sin ningún titubeo.

En cambio Tajirou se sonrojo por la respuesta tan animada de Inosuke. Acaso había dicho que él era cálido, ¿le hacía sentir cálido? o ¿era por su respiración del fuego? Tal vez era eso.

—Bien, bien mi turno. Blanco, responde Tontarou.

La voz animada de Inosuke resonó es sus sentidos. Todavía seguía con la sensación caliente de sus mejillas y con su mente en total desorden.

—Nubes —dijo casi sin aliento. Tardó un momento en saber qué palabra preguntar, pero cuando se pudo calmar al final se decidió por una—. Manada.

Ustedes son mi manada.

Inosuke se cruzó de brazos y se puso pensativo, Tanjirou giro su rostro hasta encontrarse cara a cara con Inosuke. Vaya error, su corazón empezó a latir de una manera acelerada y sus mejillas volvieron a calentarse. El rostro de Inosuke se perfilaba de una manera maravillosa por las sobras que creaba la fogata frente a ellos.

—Son como mi manada para mí. Siempre he pensado eso.

La manera en que lo decía parecía tan seria, y sus ojos solo concretaban más sus palabras. Era un sentimiento extraño.

Tanjirou lo sabía, pero escucharlo de Inosuke se había sentido diferente.

Por un largo rato solo pudo concentrarse en el sonido de el fuego consumiendo la leña.

—Bien, mi turno, mi turno.

Tanjirou seguía pensando en lo que estaba pasando con su corazón, no se sentía así desde que aprendió la respiración de concentración total, aun así no entendía qué eran esos nervios que sentía.

Algo andaba mal con él.

O algo era diferente en Inosuke.

—¡Hey!

La voz de Inosuke se escuchó molesta, así que levantó su rostro que estaba cabizbajo mientras pensaba. Al momento de girar su respiración se cortó.

"Cerca, muy cerca"

Fueron los pensamientos que desbordaron su mente.

Un hermoso rostro y unos grandes ojos verdes estaban demasiado cerca de su cara. El olor que solía irradiar Inosuke lo abrumo como si fuera el aire mismo, el olor a pino fresco y flores silvestres. Sus mejillas seguro estaban más rojas que sus propios ojos.

—¡Hey, Gompachirou! ¡Estoy hablándote desde hace un rato! Incluso tu hermana se preocupó.

Y tenía razón, Nezuko estaba sentada a su lado jalando su haori de cuadros y no se había percatado de nada.

Tanjirou acarició la cabeza de la pequeña con cariño y se disculpó por preocuparlos. Inosuke solo regresó a su lugar y el pelirrojo pudo sentir como volvía el aire a sus pulmones de manera regular.

El pelinegro solo bufó molesto.

—Bien, era mi turno.

—Si, adelante —animó Tanjirou a que prosiguiera, mientras Nezuko se acomodaba en el regazo de su hermano jugando aun con la máscara de jabalí que tenía en las manos.

—Bien, bien esta es fácil —alardeaba Insouke mientras reía—. Verde.

"Tus ojos" pensó Tanjirou de inmediato, pero al procesar su pensamiento apretó los labios para mantenerse callado.

¿Qué clase de pensamiento era ese?

Su cara estaba ardiendo y cuando giró su mirada solo se encontró con unos hermosos ojos color verde ocultos entre unas largas pestañas negras.

Que gran error acababa de cometer.

—Vas a perder, Kentarou.

El otro era ajeno a la conmoción que estaba pasando en la mente de Tanjirou.

—Inosuke... yo.

—¡Tanjirou, Inosuke!

Zenitsu los interrumpió mientras se acercaba a ellos completamente agotado.

—Oh, estúpido Tontitsu ¡Tardaste demasiado!

—¡Zenitsu, que bueno que volviste!

Zenitsu empezó a lloriquear, después se molestó con ellos y les gritó que eran unos desconsiderados, al final vio a Nezuko despierta, se emocionó mucho mientras traía todo tipo de flores que encontraba.

Inosuke por otra parte volvió a ponerse su máscara y alardeaba de ser el mejor por haber ganado en el juego.

Mientras, Tanjirou se sentía feliz de que estuvieran reunidos y mañana partirían a su destino, todo era como de costumbre, menos el sentimiento cálido que Inosuke provocaba en él, eso era algo nuevo.

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Gracias por leer :D

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